viernes, 31 de diciembre de 2010

Final de año

Otro año más se nos termina. No ha sido el mejor, pero no acaba mal del todo. Con altas esperanzas, como nos deseaba Pink Floyd en el vídeo que colgué en estas fechas el año pasado. Para este año 2011, os deseo a todos que se hagan realidad vuestros deseos y que aprendamos a ser felices con los que nos rodean.

Un abrazo a todos.

Y como música para este año, recupero una vieja canción con un título apropiado para los tiempos que corren, "Don't give up" (No te rindas). Primero en la maravillosa versión original de Peter Gabriel y Kate Bush, y luego en la versión reciente y también magistral de Ainhoa Arteta.

Feliz 2011 y no os rindáis.





"2666", de Roberto Bolaño



Último día del año. Tan sólo quiero dejar constancia de que en este año 2010 he leído la obra magna de Roberto Bolaño, las más de 1,100 páginas de este inmenso, desbordante, 2666. A ratos, a fragmentos, entre la lectura de otras novelas más cortas o más sencillas, terminé hace unas semanas esta extraordinaria novela. Y como creo que se merece un comentario más tranquilo, más largo, espero encontrar el tiempo necesario las próximas semanas. Pero había que dejar constancia en estas memorias de lectura, que en el 2010 descubrí a a Bolaño y que me impresionó.


jueves, 30 de diciembre de 2010

"El invierno de Frankie Machine", de Don Winslow



"El invierno de Frankie Machine" es una gran novela. Entretenida, bien escrita, con un ritmo excelente y bastante bien resuelta, aunque quizás precipite al final demasiado rápidamente. Imposible no acordarse de "Los Soprano".

La presentación del libro es atractiva por supuesto: "Frank es un hombre tranquilo. Tiene 62 años, vive retirado en la costa de San Diego —donde regenta una tienda— y es todo un caballero. Le gusta dejar reposar el café durante cuatro minutos exactamente, los cuales emplea en vestirse; el bocadillo que prepara con una fina lámina de mantequilla todas las mañanas tiene que envolverse en una servilleta de hilo para que no se enfríe; tiene un par de abonos para la ópera, a la que acude con su novia, Donna; posteriormente la invita a cenar no en cualquier restaurante; su hija, Jill, es una prometedora estudiante de Medicina en UCLA. Frank siempre está dispuesto a ayudar a todos y a dar un buen consejo... hasta que, claro, le tocan la familia. Entonces no querrás haberle conocido ni haberte cruzado jamás con él, ni saber por qué en el mundo de la mafia se le conocía como Frankie, la Máquina, una auténtica leyenda."

A partir de aquí, asistimos a una reconstrucción en paralelo de la trayectoria de Frankie en un repaso completo de la historia de la mafia en la zona de San Diego-Los Angeles-Las Vegas, y a la resolución de la nueva crisis, en la que confluyen las distintas historias en un final realmente bien conseguido, aunque insisto en que quizás un poco rápido.

Pero tengo un problema. Creo que si no hubiera leído antes "El poder del perro" me hubiera gustado más. Al lado de la trepidante historia del narcotráfico en la frontera méxicana, Frankie Machine es una obra menor, como si comparáramos la segunda guerra mundial con cualquier escaramuza fronteriza. Seguro que los que hayáis leído esta novela os habrá gustado, porque está francamente bien, pero "El poder del perro" es mucho mejor.

Pero bueno, Don Winslow nos deja en esta novela un buen sabor de boca y algunas perlas inolvidables:

"Si sumamos a los Crips, los Bloods, las pandillas jamaicanas, la mafia, la mafia rusa y los cárteles mexicanos, todos ellos juntos no conseguirían más pasta en un buen año que el Congreso en una tarde mala. Si juntaras a todos los gánsteres que venden crack en cada uno de los rincones del país, entre todos no generarían tanto dinero mal habido como un senador cualquiera que esté acabando los nueve últimos hoyos con el director general de una compañía."



miércoles, 29 de diciembre de 2010

"Todo es silencio", de Manuel Rivas


Hacía tiempo que no leía a Manuel Rivas. Si hago inventario consultando los registros de mi semicaótica biblioteca, creo haber leído "Ella, maldita alma", "En salvaje compañía", "Que me quieres, amor" (donde se incluía el relato de "La lengua de las mariposas") y "El lápiz del carpintero". Y siempre me gustó su forma de escribir, un tanto impresionista, a base de retazos, de imágenes, de diálogos breves y concisos, con la presencia permanente de su Galicia impregnándolo todo.

He llegado ahora a este "Todo es silencio" y se me confirma la idea del gran escritor que es Rivas. Con una prosa precisa y poética a la vez, compone un fresco en dos etapas de la transformación de las tradicionales redes de contrabando de la costa gallega, al mundo del narcotráfico. Para ello, cuenta la historia de tres adolescentes, Fins, Leda y Brinco, que pasarán de los juegos de la adolescencia a la dura realidad de la madurez, que los enfrentará irremediablemente. Todo ello, siempre, bajo la presencia "odiosa y fascinante" de Mariscal, el patrón, el señor de Brétema.

La novela está construida en 45 pequeños capítulos, a modo de pequeñas escenas, casi pinceladas impresionistas, que nos van llevando por la geografía y la historia de Brétema (niebla en gallego), población inventada pero no ficiticia, donde se cruzan todas las tramas. La novela transcurre en dos momentos, con quince años de distancia, y los títulos de esas partes no son casuales. Primero "El silencio amigo", recreación de la adolescencia, del despertar al mundo, en el que todo se ve como aventura, con una mirada aún admirativa, ingenua, en el que el silencio tiene un sentido casi lúdico. Pero un accidente romperá el mundo de la adolescencia, separando el camino de los tres jóvenes, y al regreso nada será igual. Después, en la segunda parte, "El silencio mudo", el silencio tiene ya más relación con el miedo, con la presión, con el chantaje o la delación. El narcotráfico lo ha corrompido todo y hace que nadie pueda quedar totalmente al margen. Y el desenlace pondrá de manifiesto precisamente esa imposibilidad de inocencia, de aislamiento.

Destaca en particular en la obra, por encima incluso de los tres protagonistas, la figura de Mariscal, patriarca, jefe, patrón, señor todopoderoso de almas y haciendas, evolucionado desde el contrabando de tabaco a la droga, pero sobre el que Rivas mantiene una actitud algo ambigua, pues pese a presentarlo como el culpable de todo lo que sucede, le dota de algunos aspectos de grandeza y cierta sabiduría que tienden a mitificarlo. Pero si quizás desde el punto de vista moral puede resultar ambiguo, funciona perfectamente desde el punto de vista literario.

También aquí, como en la Sicilia de Camilleri de la que hablaba hace unos días, se mezcla el poder, la corrupción, la policía. Y también el silencio lo es todo. Pero la luz es distinta y la luz lo marca todo. El Atlántico no es el Mediterráneo y la melancolía, la tristeza es más profunda. Y también la lengua, el idioma desde el que escribe Rivas es distinto, es el del mar gallego y es el de una profunda poesía que invade su prosa en muchos momentos, haciendo que valga la pena disfrutar de la pura literatura, que se inserta perfectamente en el tono de la historia.

Algunas muestras:


"La gran playa de Brétema tenía forma de media luna. En la parte sur se ubicaba el barrio marinero de San Telmo, que creció como injerto de la aldea que fue cuna de todo, A de Meus, con sus pequeñas casas de piedra y puertas y ventanas de pinturas navales. (...) El extremo norte, con la linde natural del río Mor y su juncal permanecía aún virgen. Era una zona de dunas, las más antiguas con abundante vegetación a sotavento, donde predominaba la paciencia verde azulada del cardo marino. La primera línea de médanos rompía en escarpa, allí donde batía la la vanguardia de la tempestad. En la cumbre de estas dunas, ceñidos con la cabellera de las gramas, se alzaban en cresta, a contraviento, los tallos punzantes del barrón. Más al norte, protegida por una coraza natural de rocas, había otra playa de apariencia más secreta. Pero quien siguiese la pista, después de un pinar en la retaguradia de dunas grises y muertas se hallaría con el portón blasonado y con los muros del pazo de Romance."


"Es un hermoso día de primavera en la costa. Soleado pero también ventoso.El viento solano no sólo riza el mar sino que por primera vez, después del largo invierno, parece querer alejarlo de tierra, con rachas que peinan en aspa la superficie. Sacude los verdes todos con voluntades cruzadas. Pero es un viento que alienta luz, una sucesión de resplandores,..."


"Dos reyes...celtas, por ejemplo, juegan al ajedrez en lo alto de una colina mientras sus tropas combaten. Pero el combate acaba y ellos siguen jugando la partida. Me gusta mucho esa imagen. Tu eres un rey, Brancana. Tu estás en lo alto. ¡Que luchen los peones!"

Lo dicho. Una gran novela.


PD: No puedo evitar hacer referencia a la polémica que ha surgido por el uso de Brétema como la localidad donde transcurre la novela. Brétema es también la localidad donde ha ido escribiendo y localizando parte de su obra la también magnífica escritora gallega Marina Mayoral. Si alguien tiene interés en el tema, que afortunadamente ya parece zanjado, y que hará que posiblemente no parezca ya ese nombre en las próximas ediciones del libro de Rivas, dejo un enlace puntual. Creo que la polémica se salió un poco de madre, y que los más sensatos han sido precisamente los dos escritores.

http://www.alfaguara.com/es/libro/todo-es-silencio/comentarios/pagina/2/


martes, 28 de diciembre de 2010

"Dora Bruder", de Patrick Modiano


He dejado ya constancia en este blog de mi descubrimiento de Modiano en 2010. Primero fué "En el café de la juventud perdida", que me pareció absolutamente magistral y después "El horizonte", su última novela publicada, algo inferior pero también interesante. Acabo de terminar este "Dora Bruder" y de nuevo me parece excepcional.



Modiano vuelve a lo que parece ser una constante en su obra, la búsqueda. En este caso, además, asistimos a una mezcla de autobiografía y de reportaje o reconstrucción histórica. La historia parte del descubrimiento por el autor de un anuncio, publicado en el Paris-Soir del 31 de diciembre de 1941, en el que unos padres buscan a su hija de 15 años, Dora Bruder, fugada de un colegio de monjas. La calle en la que vive la familia, el 41 del Boulevard Ornano es el barrio de su infancia. Y a partir de ahí inicia una detallada investigación en la que se mezcla su propia infancia y juventud y la búsqueda del rastro de la joven desaparecida.



Modiano descubrirá pronto el drama. Judía y adolescente, nueve meses más tarde, aparecerá  en una lista de deportados al campo de exterminio de Auschwitz. Pero en esos meses, se suceden reapariciones y nuevas fugas, pasos por la comisaría, vueltas a casa. Modiano descubre fotografías de la propia Dora y de la familia. Y descubre también que su presencia en un colegio católico es un intento de sus padres para ocultarla de la barbarie que se adivina. Pero al final, se producirá una deportación en fases, en las que primero pasará por los campos de acogida franceses, que no serán sino etapas en la deportación definitiva, poniendo de manifiesto la colaboración francesa con el régimen nazi, tema este último que es también una constante en la obra del autor.



Modiano realiza una reconstrucción minuciosa de los pequeños acontecimientos que se suceden en un París ocupado, y esa búsqueda biográfica de los datos de archivo, los fríos informes de las comisarías o los expedientes administrativos, van trascendiendo de lo individual para convertirse en un auténtico memorial por las víctimas judías de la ocupación en París, sistemáticamente ocultadas por la historia posterior.

Copio un párrafo del magnífico prólogo de Adolfo García Ortega para la edición española:

"Narrada como una historia presente, en que el narrador y el autor se confunden, Dora Bruder arranca del encuentro casual, en un periódico de 1941, de un pequeño suelto en que los padres avisan de la desaparición de su hija. El hecho de que el domicilio familiar coincida con el barrio en que el na­rrador vivió su infancia, hace que esa noticia le llame la atención. A partir de ahí, bajo la capa de recuperar más allá de la curiosidad, empezará una búsqueda de la identidad perdida de aquella niña que, como sus padres, como tantos miles de parisinos, terminó en un horno crematorio nazi, ayudados por la burocracia francesa. Buscará primero en los escenarios actuales de París. Buscará rastros, pequeños indi­cios, pero durante años esa investigación irá creciendo, se prolongará por archivos de la policía, por centros de docu­mentación, encontrará cartas, nombres, sabrá cuál habrá sido el destino, paso a paso, de esa muchacha en un París tratado con cariño, pero con dureza, hasta su muerte en el campo de concentración.

 Descarnadamente, como pocas veces se ha visto, Modia­no, con pinceladas escuetas, relata como un historiador la se­cuencia terrible de aquel año 41, primero en comisarías, lue­go en cuarteles, luego en trenes, luego en campos, luego en hornos. Incluso el tono auto biográfico de autor perplejo le presta un realismo descarnado, a-literario, que objetiva la novela en un rango de investigación periodística, aunque sólo en parte, ya que la novela desciende fríamente a lo más hondo del alma. A medida que va profundizando en la vida, en los retazos de vida, que consigue averiguar de Dora Bru­der, el lector asiste a una especie de apertura de cámara se­llada: cientos, miles de Doras Bruder van saliendo a la luz. Lo que era una sencilla búsqueda, alimentada por la coinci­dencia de calles y de lugares comunes con la infancia del na­rrador, se convierte en el acta notarial de una masacre. Y lo espeluznante de la historia es precisamente esa cercanía de lugares comunes, ese París que compartieron la niña y el na­rrador. Mientras busca la identidad de los Bruder, Modiano nos describe el mundo anterior a su infancia, cada casa, cada tren, cada hora, cada sufrimiento o angustia de esos ju­díos y judías deportados son casas, horas y trenes en que otros franceses vivían ajenos, o no tan ajenos, a esa matanza."



Poco más puedo añadir. "Dora Bruder" es una novela impresionante que deja huella. En sus apenas 125 páginas , con brevedad y exactitud, con un estilo contenido y poético, nos deja una lección moral inolvidable. Absolutamente recomendable.  


Links: A la página de la Red Modiano, a la que ya he hecho referencia en otras ocasiones, correspondiente a la novela.





Inventario




Hago un pequeño inventario del año. Reminiscencias de economista.

He leído 88 libros, lo que no está del todo mal. Alguna reseña saldrá aún antes de fin de año.

De los 88, 81 son novelas, 44 de temática más general y 37 en Serie negra aunque con matices. De los otros 7, sólo 2 libros de poesía y 5 de de memorias o ensayos.

Por idiomas, 25 escritos directamente en castellano, 24 españoles y un argentino. 4 Vila-matas, 3 Pérez-Reverte, 3 Marías que realmente son uno y 2 Domingo Villar. El argentino es Roberto Bolaño

Escritos en inglés 32, de lo cuales 17 ingleses (6 Agatha Christie y 5 Le Carre), 13 americanos (3 Connelly, 3 Auster y 2 Winslow) y 2 irlandeses

Como era de imaginar, 10 nórdicos (3 Nesbo, 3 Mankell y 2 Sjowal), todos en negro.

He vuelto a leer franceses, en total 9 libros (3 Michon, 3 Modianos y 2 Echenoz).

También 6 italianos de los que destacan los 4 de Italo Calvino.

Y finalmente 6 de otras nacionalidades.

Y si tengo que hacer una lista de favoritos, ahí van dos, una en negro y otra general (el orden es alfabético):

En negro:

 - Agatha Christie                     El misterioso caso de Styles
 - Andrea Camilleri                   La forma del agua
 - Domingo Villar                      La playa de los ahogados
 - Don Winslow                        El poder del perro
 - Jo Nesbo                              Petirrojo
 - Jo Nesbo                              Nemesis
 - Johan Theorin                       La hora de las sombras
 - John Le Carre                       El espía que surgio del frio
 - Lorenzo Silva                        La estrategia del agua
 - Michael Connelly                  El eco negro


Otros:

 - Angel Wagenstein                    Lejos de Toledo
 - Enrique Vila-Matas                  Dublinesca
 - Italo Calvino                            El barón rampante
 - Javier Marías                           Tu rostro mañana
 - Jean Echenoz                           Correr
 - Kirmen Uribe                           Bilbao-New York-Bilbao
 - Patrick Modiano                      En el café de la juventud perdida
 - Pierre Michon                          Vidas minúsculas
 - Roberto Bolaño                       2666
 - Umberto Eco y J.C.Carriere    Nadie acabará con los libros

En esta segunda lista no he introducido títulos como Alicia de Lewis Carroll o El corazón de las tinieblas de Conrad, por motivos obvios.

lunes, 27 de diciembre de 2010

"La forma del agua", de Andrea Camilleri



Después de acabar con Mankell, abro un nuevo ciclo, a modo de desafío. Descubrí a Camilleri el verano pasado con "La muerte de Amalia Sacerdote"  y me encantó. Tiene un punto sarcástico, aún más escéptico que el muy escéptico Brunetti. Y aunque esa novela no pertenecía al ciclo del comisario Montalbano, personaje creado en homenaje a nuestro querido y malogrado Manuel Vázquez Montalbán, me abrió el apetito de abordar la obra de este siciliano crítico y descarado, que sigue escribiendo con amplia libertad a sus 85 años. El desafío propuesto es leer el ciclo de Montalbano en orden cronológico, empezando por esta "La forma del agua", publicada en 1994.

Y después de acabarla me reafirmo en mis propósitos. Me ha parecido buenísima. De nuevo se entremezclan, al modo de la mejor cocina italiana, mafiosos, políticos, policías, jueces, enredos familiares, la iglesia, en fin, todo en su salsa. Y en el fondo nadie, o mejor casi nadie, es totalmente bueno o totalmente malo lo que lo hace más atractivo el tono de la novela.

Salvo Montalbano tiene cuarenta y cinco años, conserva una novia en Génova y es comisario de policía del pequeño y ¿ficiticio? pueblo de Vigàta, en Sicilia, fiel amigo de sus amigos y amante de la buena mesa. En la novela, un conocido político y empresario, el ingeniero Luparello,  aparece muerto semidesnudo en el interior de su coche en un arrabal donde reinan la prostitución y la droga. Todo apunta a que ha fallecido de un ataque al corazón después de haber mantenido relaciones íntimas con una persona desconocida. Sin embargo, el comisario Montalbano no se fía, y armado con su natural olfato para los comportamientos extraños, se propone descubrir la trama sexual y política que se esconde tras el presunto crimen.






Ya el principio es una muestra de humor. Quienes descubren el cadáver son Pino Catalana y Saro Montaperto, dos ingenieros técnicos "debidamente desempleados como ingenieros técnicos", que trabajan como "agentes ecológicos", es decir trabajadores de la recogida de basuras

La convicción de Montalbano será que la muerte del ingeniero ha sido construida de tal modo que asuma una forma concreta, como la forma del agua se adapta a su contenedor. Su trabajo será encontrar la verdad que se esconde en esa muerte, por encima del interés de jueces, vicarios o abogados en acabar cuanto antes con una investigación que no interesa a nadie. Y lo hará a su modo, haciendo justicia también de una forma muy peculiar.

Me gusta también la nota final del autor, tan pertinente para los tiempos que corren en su Italia y tal vez en muchos otros sitios. "Considero indispensable afirmar que este relato no nace de la crónica de sucesos y que no guarda ningún parecido con hechos reales: todo se debe enteramente a mi fantasía. Sin embargo, como en los últimos tiempos la realidad parece superar a la fantasía, incluso abolida, puede haberse producido alguna desgraciada coincidencia en el terreno de los nombres o de las situaciones. Pero del los juegos del azar, ya se sabe, nadie es responsable."

Así que después de un adiós a Wallander, vuelvo a aguas más cálidas. Habrá que seguir leyendo los casos del comisario Montalbano.


domingo, 26 de diciembre de 2010

"El hombre inquieto", de Henning Mankell



Cierro el ciclo de Wallander con este hombre inquieto. Rebuscando en el blog descubro con sorpresa que la reseña de "Asesinos sin rostro" es nada menos que de Octubre de 2008. Tenía la sensación de haber leído todos los títulos en este año y un poco más. Qué deprisa pasa el tiempo.

Mankell decide despedirse de su inspector con un libro agradable, que sirve de cierre de buena parte de las historias que han ido configurando la biografía del cascarrabias Wallander. Es un repaso entrañable de su vida y de su circunstancia, en el que el entorno familiar y personal tiene casi tanta importancia como la historia en sí. Sabremos de nuevo de Mona, su ex-esposa, y de Baiba Liepa, su efímero amor letón. De hecho, la propia trama policial está vinculada a la desaparición del suegro de Linda, la hija del inspector, que tiene ya una nieta, Klara.




Creo que me ha gustado más este aspecto familiar, de cierre de ciclo, que incluye un capítulo importante del deterioro físico del propio inspector, afectado por la diabetes y por un principio de Alzheimer, que la propia trama. La novela se centra en una oscura historia de espías, vinculados a la antigua Alemania Oriental y a la URSS en la que aparece también la CIA, en la que al final nada es lo que parece. Historias de submarinos fantasmas, de traiciones y de oscuras conspiraciones. Bien escrita y bien resuelta, aunque con algunos puntos débiles, en especial la relación entre la pareja de consuegros de Wallander. Creo que pese a todo, tampoco aporta mucho a la trayectoria anterior desde el punto de vista policial. Y para historias de espías, prefiero a Le Carré. A Mankell le falta sutileza en este aspecto.

Pero pese a todo es un buen libro, una buena novela. Quién haya llegado hasta aquí no puede dejar de leerla y creo que es un broche adecuado para el viejo Wallander, que ya no volverá, ahora ya sin ninguna duda.

"Y después, nada. El relato de Kurt Wallander termina ahí, irrevocablemente. Los años que le queden por vivir, diez o quizás algunos más, le pertenecen a él, a él y a Linda, a él y a Klara. Y a nadie más."


PD:  Curiosamente, el libro ha sido traducido antes al castellano que al inglés, donde creo que se publica ahora a principios de 2011.



Os dejo con un video homenaje , encontrado en la red, protagonizado por el magnífico Kenneth Brannagh. No he visto la serie pero me parece que Branagh compone un Wallander creíble.

jueves, 23 de diciembre de 2010

Feliz Navidad

Como todos los años os deseo a todos lo más sencillo, que como casi siempre es lo más difícil.

Simplemente  FELIZ NAVIDAD.

Y este año con música de Louis Armstrong, pura alegría.






domingo, 19 de diciembre de 2010

"El secreto de Chimneys", de Agatha Christie



Antes de acabar el año del 120 aniversario del nacimiento de la autora, añado un nuevo título a la lista de lectura, su sexto libro, publicado en 1925. Ya queda menos para completar los más de 80 que componen su extensa obra.

"El secreto de Chimneys" es mucho mejor que la precedente colección de cuentos, "Poirot investiga", y más completa, mejor acabada que la novela anterior, "El hombre del traje color castaño".




En una divertida historia de intriga, Doña Agatha cuenta las aventuras de Anthony Cade, un ciudadano británico en África a quien un amigo le pide entregar en Inglaterra un manuscrito que contiene las memorias de un importante político de Herzoslovaquia y devolver también unas cartas comprometedoras para una joven. Nada más volver a Inglaterra, Cade descubre que el manuscrito es codiciado por varios grupos que quieren impedir su publicación porque puede afectar a la restauración de la monarquía en el imaginario país balcánico. También la entrega de las cartas resultará más complicada de lo esperado, ya que en casa de la joven, Cade se encontrará con un primer asesinato. Las distintas tramas, en las que se mezclan intereses financieros y petrolíferos, un misterioso ladrón francés, intrigas políticas y pequeñas dosis románticas, confluyen en la mansión de Chimneys, en la campiña inglesa, donde Cade, con la ayuda del superintendente Battle, conseguirá resolver todos los misterios pendientes, incluyendo su futuro laboral y sentimental.




La novela es muy entretenida, más ágil que el título anterior y mejor resuelta. Cada vez el oficio de la autora se va afianzando más, y aunque no aparece ninguno de los personajes habituales, el protagonista tiene una personalidad muy marcada y hubiera podido protagonizar otros títulos si no fuera por la clara incompatibilidad laboral que le depara el final de la historia. 
  
Creo que con este título acaba lo que podríamos llamar fase inicial de la autora. El siguiente libro, "El asesinato de Roger Ackroyd" inaugura ya su fase de madurez y supondrá su consagración como escritora de novelas de misterio. Pero esa es ya otra historia, que continuará en el 2011.




PD: Me he quedado sin traductor de inglés, así que no puedo seguir con la versión bilingüe. Prefiero que cada uno interprete libremente lo que le proponga el traductor de Google.




viernes, 17 de diciembre de 2010

"Perder teorías", de Enrique Vila-Matas


Esta es una obra menor de Vila-Matas. Parece realmente una secuela de "Dublinesca". O mejor aún, una precuela, un texto embrionario. Recoge básicamente algunas de las reflexiones iniciales del autor (o del editor protagonista de la novela) sobre la teoría de la novela y de "los elementos -irrenunciables, imprescindibles- que debían estar en toda novela futura que quisiera sentirse perteneciente al nuevo siglo."

Estos elementos, según Vila-Matas son:

"La 'intertextualidad' (escrita así, entrecomillada).

Las conexiones con la alta poesía.

La escritura vista como un reloj que avanza.

La victoria del estilo sobre la trama.

La conciencia de un paisaje moral ruinoso."


Pero al final, como el propio título da a entender, lo importante es el propio proceso de escribir y no importa en ese camino "perder teorías".

Me reitero en lo dicho. Un texto interesante pero menor, prescindible. Un anexo a "Dublinesca", editado casi exclusivamente para agotar el potencial comercial de la novela.

lunes, 13 de diciembre de 2010

"Un traidor como los nuestros", de John Le Carré





Vuelve el viejo Le Carré en plena forma. Su última novela es una ilustración, tan lúcida como pesimista, sobre las conexiones entre el dinero limpio y el sucio, entre el mundo financiero de la City londinense y las necesidades de blanqueo de las mafias del Este.

Inglaterra está en plena depresión económica. Perry y Gail, una joven y típica pareja inglesa, él académico y ella abogada, deciden disfrutar de unas vacaciones en la isla caribeña de Antigua. Pero "el encanto del lugar empieza a desaparecer cuando Dima, el propietario del complejo turístico donde se hospedan, entra en su vida." 

Dima, mafioso ruso, diestro en el blanqueo de dinero, les pide que actúen como intermediarios con el gobierno británico. Quiere intercambiar asilo político para él y toda su familia a cambio de información sobre el blanqueo de dinero que realizan bancos europeos y está dispuesto a desenmascarar a todos los implicados, sus compañeros mafiosos, banqueros e incluso políticos británicos.

A partir de ahí, asistimos a un proceso tortuoso en el que el autor nos lleva primero por un Londres donde se mezclan las intrigas de los servicios secretos y los intereses económicos y políticos; después a un París en plena final de Roland Garros (la de Federer - Soderling) en el que se produce el contacto entre los distintos actores del drama; y finalmente a la idílica Suiza, primero en el hotel Bellevue de Berna y después en un chalet frente al Eiger donde se producirá el desenlace, en un final que recuerda en parte al de su última novela, "El hombre más buscado". 

Leyendo a Le Carré se aprende siempre. Esta vez, la novela es un curso acelerado de cómo funcionan una parte de las altas finanzas mundiales y de como se entremezclan intereses económicos no siempre claros. Como el autor dice en la entrevista que enlazo después, con una lucidez envidiable para un joven izquierdista a punto de cumplir los 80 años, citando unas palabras de su Smiley: "Ya hemos vencido al comunismo; ahora nos toca lidiar con el capitalismo".

Aunque la primera parte resulta un poco lenta, la novela se va acelerando y al final se hace corta. Para mi gusto, no es la mejor novela de la etapa post-comunista del autor (posiblemente lo sigue siendo "El jardinero fiel"), pero es una gran historia y vale la pena incluirla en el plan infinito. Aunque ya sabéis que mi opinión está sesgada por pertenecer a la categoría de fanáticos de Le Carré. 


Dejo el enlace a una entrevista publicada en El País en septiembre, con motivo de la presentación del libro. Me parece muy interesante.



jueves, 9 de diciembre de 2010

"El paseo", de Robert Walser


Completo la aproximación a Walser con otro de sus títulos más conocidos, "El paseo". Apenas un recorrido leve, un dejarse ir por un paisaje imaginario de un pequeño pueblo de centroeuropa o así. Habría que leerlo como se pasea, como cuando andamos de excursión por un sendero o ciudad, fijando unos segundos la mirada en algún punto que nos llama la atención, pero sin parar demasiado, sólo lo necesario para descansar un poco y tomar fuerzas. Es un paseo delicioso, escrito en la misma onda que el "Jakob von Gunten", desde una lucidez escéptica pero no distante, de una delicadeza extrema. Una miniatura, a mitad camino entre la descripción y el disfrute de la belleza del mundo y la decepción ante las convenciones sociales. 

Hermoso paseo que empieza en la luz y en la esperanza:

"Declaro que una hermosa mañana, ya no sé exactamente a qué hora, como me vino en gana dar un paseo, me planté el sombrero en la cabeza, abandoné el cuarto de los escritos o de los espíritus, y bajé la escalera para salir a buen paso a la calle. Podría añadir que en la escalera me encontré a una mujer que parecía española, peruana o criolla. Mostraba cierta pálida y marchita majestad. Sin embargo, he de prohibirme del modo más estricto detenerme aunque no sean más que dos segundos con esta brasileña o lo que fuere; porque no puedo desperdiciar ni espacio ni tiempo. Hasta donde puedo acordarme hoy, cuando escribo todo esto, me encontraba, al salir a la calle abierta, luminosa y alegre, en un estado de ánimo romántico–extravagante, que me satisfacía profundamente. El mundo matinal que se extendía ante mis ojos me parecía tan bello como si lo viera por primera vez. Todo lo que veía me daba la agradable impresión de cordialidad, bondad y juventud. Olvidé con rapidez que arriba en mi cuarto había estado hacía un momento incubando, sombrío, sobre una hoja de papel en blanco. Toda la tristeza, todo el dolor y todos los graves pensamientos se habían esfumado, aunque aún sentía vivamente delante y detrás de mí el eco de una cierta seriedad. Esperaba con alegre emoción todo lo que pudiera encontrarme o salirme al paso durante el paseo."

Y termina en la tristeza:

"Me había levantado para irme a casa; porque ya era tarde, y todo estaba oscuro."

He encontrado unas reseñas magníficas en la red que diseccionan a fondo el libro. Si os apetece profundizar sobre este paseo de Walser, os las recomiendo.

http://criticaliteraria.wordpress.com/2007/02/21/robert-walser-el-paseo/

http://fwtm.blogspot.com/2005/12/robert-walser.html



lunes, 6 de diciembre de 2010

"Ravel", de Jean Echenoz



Después de leer la “biografía” de Emil Zatopek, el magistral “Correr” del que ya he hablado, he buscado el volumen anterior de la aparente trilogía que ha dedicado Jean Echenoz a tres vidas bien alejadas y distintas: la del atleta citado, la pendiente de publicar en España sobre el ingeniero Nikola Tesla y la primera de la serie, este “Ravel” sobre la vida del conocido músico francés Maurice Ravel.

El libro está dedicado realmente a los últimos diez años de la vida del músico, los que transcurren entre 1927 y 1937, en un momento en que Ravel ya es famoso y reconocido mundialmente. El libro describe a un músico elegante, meticuloso y presumido, que vive ya en permanente gira a un lado y otro del Atlántico, pasando gran parte de su tiempo a bordo de lujosos trenes y en transatlánticos que pronto quedarán obsoletos. Como nos dice Echenoz, se halla a los cincuenta y dos años, en la cima de la gloria y comparte con Stravinski el papel de músico más apreciado del mundo. Por un lado el libro está lleno de anécdotas. En California, por ejemplo, se encontrará con Douglas Fairbanks y con Chaplin. Presenciamos también el encuentro con otros músicos como Gershwin a quien no querrá convertir en discípulo.

De nuevo en Francia. “A su regreso a Monfort-l’Amaury, le espera una primavera francesa clásica y templada, diferente de las excentricidades americanas. Antes de que Ravel haya abierto la puerta de su casa, salen a recibirle bandadas de pájaros ejecutando sus recitales. Del petirrojo de los muros al carbonero palustre, un sinfín de personajillos se desgañitan en los árboles, lanzando unos gorjeos que Ravel se conoce al dedillo, bajo la estrecha vigilancia de sus dos gatos siameses”.

Asistimos finalmente a su decadencia física y mental, causada en gran medida por un accidente de coche en París. La recuperación es lenta. “ Siempre excesivamente cansado, se marcha de vacaciones a San Juan de Luz. Siempre se arreglan las cosas cuando regresa a su tierra, el océano se estira bostezando, el cielo gigante alberga un sol puro”.

Echenoz, a pinceladas, nos va llevando poco a poco por los últimos años del músico, por su progresivo deterioro hasta la operación a cráneo abierto que precipita su muerte.

Pero en el camino habrá quedado para siempre su obra:

Hay una fábrica que en este momento a Ravel le gusta mucho mirar, yendo hacia el Vésinet, justo antes del puente de Rueil, le sugiere cosas. Sí: está componiendo algo relacionado con el trabajo en cadena.

Cadena y repetición, la composición concluye en octubre tras un mes de trabajo únicamente turbado por un soberano catarro contraído, durante una gira por España, bajo los cocoteros de Málaga. Sabe perfectamente lo quequiere hacer, ni desarrollo ni modulación, tan sólo ritmo y transposición. En última instancia, es algo que se destrye, una partitura sin música, una fábrica orquestal sin objeto, un suicidio cuya única arma es la ampliación del sonido. Frase repetida una y otra vez, cosa sin esperanza y de la que nada cabe esperar, he ahí, al menos, dice, una peza que las orquestas del domingo no tendrán la osadía de incluir en sus programas. Pero todo eso no tiene importancia, sólo está hecho para ser bailado. Únicamente la coreografía, la luz y el decorado permitirán soportar las repeticiones de esa frase. Un día pasa con su hermano por la fábrica del Vésinet y le dice:Ves, ésa es la fábrica del Bolero.

Pero no todo sucede como tenía previsto. La primera vez que se baila, desconcierta un poco pero funciona. Pero sobre todo funciona de maravilla en concierto. Funciona extraoridinariamente. Ese objeto sin esperanza cosecha un triunfo que deja estupefacto a todo el mundo comenzando por su autor. Cierto que al final de una de las primeras ejecuciones una anciana en la sala grita llamándole loco, pero Ravel asiente con la cabeza: Por lo menos una que ha entendido algo, le confiesa a su hermano. Ese triunfo termina inquietándole.

Os dejo, como no podía ser de otra manera, con el "Bolero".

Hay una referencia excelente y muy completa en la Wikipedia: http://es.wikipedia.org/wiki/Bolero_(Ravel)








viernes, 3 de diciembre de 2010

"El lémur", de Benjamin Black

Después del buen sabor de boca de "El secreto de Christine" y de "El otro nombre de Laura" vuelve Benjamin Black (ya sabéis, alter ego del escritor irlandés John Banville) con otro título en negro. Pero esta vez la novela no transcurre en Irlanda sino en Nueva York y han cambiado todos los personajes. Ya no está el forense ni el resto de la familia. Y para mi gusto, se nota. "El lémur", estando tan bien escrita como era de esperar en un autor de la talla de Banville, es una obra muy liviana que no aporta demasiado. Se lee en un rato y se puede olvidar también rápidamente. De hecho casi no me acuerdo del argumento. Algo así como periodista que para escribir la biografía de su suegro, ex-agente de la CIA, contrata a un investigador que aparece muerto a los pocos días. Mejor dejo un párrafo, el inicio. Lástima que tan buen comienzo no dé mucho de sí.

"El investigador que había contratado resultó ser un hombre joven, muy alto y muy flaco, con una cabeza demasiado pequeña para el físico que gastaba, y una nuez de Adán del tamaño de una pelota de golf. Llevaba unas gafas con montura al aire cuyas lentes eran poco menos que invisibles, dando el brillo del vidrio un lustre adicional a sus ojos grandes, redondos, ligeramente saltones, negros. De la barbilla le brotaba un espolón de barba rubia, y tenía la frente despejada y abovedada, llena aún de rastros de acné. Tenía las manos esbeltas y pálidas, nacaradas, los dedos largos y finos: manos de chica, o al menos las manos que una chica debiera tener. Pese a estar sentado, el tiro de los pantalones vaqueros, muy abolsados, le caía casi hasta las rodillas. En la camiseta, no demasiado limpia, ostentaba una leyenda: «La vida es un asco y al final te mueres». Parecía que tuviera diecisiete años, aunque debía de tener, calculó John Glass, más bien veintimuchos. Con el cuello largo, la cabeza pequeña, los ojos grandes y relucientes, le notó un acusado parecido con uno de los roedores más exóticos, aunque por el momento Glass no acertó a precisar cuál podía ser."