jueves, 30 de septiembre de 2010

"El cuaderno rojo", de Paul Auster



Después de leer la "Trilogía de Nueva York" me quedé con ganas de volver a leer a Paul Auster, dado que me había dejado un sabor agridulce. Por un lado tenía la sensación de haber encontrado un gran narrador. Pero por otro, las historias de la trilogía no me habían acabado de atrapar. Así que me apetecía volver a intentarlo. Nada mejor entonces que usar como test un libro corto, de apenas 100 páginas para verificar ese contraste. Y el resultado me confirma la intuición inicial. Auster es un gran escritor y un gran contador de historias. 

"El cuaderno rojo" es una pequeña colección de historias cortas, aparentemente reales (con Auster nunca se sabe donde empieza la realidad y la ficción), que narran algunos momentos de su propia vida o de gente próxima. En particular hacen referencia a las coincidencias, a veces absurdas, a veces increibles por improbables, que en ocasiones marcan la vida de la gente. No es casualidad que el título del magnífico prólogo escrito por Justo Navarro en el libro sea precisamente "El cazador de coincidencias".

Auster aprovecha además para darle otra vuelta de tuerca a la historia escrita en "Ciudad de cristal", las famosas llamadas realizadas en la noche preguntando por el detective Paul Auster. Y también para contar pequeñas anécdotas que reflejan la distinta visión que se puede tener de un acontecimiento en función de la posición que se juega en el mismo.

Como muestra reproduzco un fragmento de un capítulo en el que se narra lo que pudieron ser varios accidentes mortales. En particular me gusta la historia de la niña. Espero que la editorial (Anagrama por cierto), no me denuncie por reproducción ilegal. Y espero también que os guste:

"Una tarde de hace muchos años a mi padre se le caló el coche en un semáforo en rojo. Se había desencadenado una terrible tormenta y, en el preciso momento en que el motor fallaba, un rayo alcanzó un gran árbol de la calle. El tronco del árbol se partió en dos y, cuando mi padre se esforzaba en volver a arrancar el motor (sin darse cuenta de que la mitad superior del árbol estaba a punto de desprenderse), el conductor del coche que lo seguía, viendo lo que iba a suceder, pisó el acelerador y empujó el coche de mi padre más allá del cruce. Un instante después, el árbol se estrellaba contra el suelo, en el sitio exacto que había ocupado el coche de mi padre. Lo que estuvo a punto de convertirse en su final, milagrosamente no pasó de ser una anécdota en la historia inacabada de su vida.


Un año o dos más tarde, mi padre estaba trabajando en el tejado de un edificio en Nueva Jersey. No sé cómo (yo no estaba presente), resbaló del alero y se precipitó al vacío. Otra vez iba de cabeza al desastre, y otra vez se salvó. Un tendedero frenó su caída, y escapó del accidente con apenas unos chichones y algunas magulladuras. Ni siquiera una conmoción. Ni siquiera un hueso roto.


Ese mismo año nuestros vecinos de enfrente encargaron a dos hombres que pintaran su casa. Uno de los trabajadores se cayó del tejado y se mató.

Resulta que la niña que vivía en aquella casa era la mejor amiga de mi hermana. Una noche de invierno, fueron juntas a una fiesta de disfraces (tenían seis o siete años, y yo tenía nueve o diez). Mi padre había quedado en recogerlas después de la fiesta, y, a la hora convenida, yo lo acompañé en el coche. Aquella noche hacía un frío que pelaba, y las calles estaban, cubiertas por traicioneras capas de hielo. Mi padre condujo con prudencia, e hicimos sin problemas el trayecto de ida y, vuelta.


Pero cuando nos detuvimos frente, a la casa de la niña, de repente se desencadenó una serie de acontecimientos inverosímiles. La amiga de mi hermana iba disfrazada de princesa de cuento de hadas. Para completar el disfraz, había cogido un par de zapatos de tacón de su madre, y, como le bailaban los pies en aquellos zapatos, cada paso que daba se convertía en una aventura. Mi padre paró el coche y se apeó para acompañarla hasta su puerta. Yo iba detrás con las chicas, y, para dejar salir a la amiga de mi hermana, me tuve que bajar primero. Me recuerdo de pie en la acera mientras ella conseguía salir, y, en el momento en que la niña sacaba el pie, noté que el coche se deslizaba lentamente marcha atrás, quizá por el hielo, quizá porque mi padre había olvidado echar el freno de mano (no lo sé); pero, antes de que pudiera avisar a mi padre de lo que pasaba, la amiga de mi hermana apoyó en la acera los tacones de su madre y se resbaló. Cayó bajo el coche –que seguía moviéndose–, estaba a punto de morir aplastada por las ruedas del Chevrolet de mi padre. Por lo que puedo recordar, no hizo el menor ruido. Sin pararme a pensar me agaché, le cogí con fuerza la mano derecha y de un tirón la subí a la acera. Un instante después, mi padre notó por fin que el coche se movía. Saltó al asiento del conductor, puso el freno y detuvo el coche. Desde el principio hasta el final, la cadena completa de desgracias no debió de durar más de ocho o diez segundos.


Durante años he tenido la sensación de que éste había sido el momento más hermoso de mi vida. Había salvado la vida de una persona, y, retrospectivamente, siempre me ha sorprendido la rapidez con que reaccioné, la seguridad de mis movimientos en aquella situación crítica. Volvía a imaginarme el salvamento una y otra vez; una y otra vez revivía la sensación de sacar a la niña de debajo del coche.


Un par de años después de aquella noche, nuestra familia se mudó de casa. Mi hermana perdió el contacto con su amiga, y yo no volví a verla hasta quince años más tarde. Era junio, y mi hermana y yo habíamos vuelto a la ciudad a pasar unos días. Por casualidad su antigua amiga apareció y nos saludó. Había crecido mucho, ahora era una joven de veintidós años recién licenciada, y debo decir que sentí un cierto orgullo al ver que había llegado a adulta sana y salva. Sin darle importancia, hice alusión a la noche en que la había sacado de debajo del coche. Tenía curiosidad por saber cómo recordaba su encuentro con la muerte, pero por la expresión de su cara cuando le hice la pregunta era evidente que no recordaba nada. Una mirada vaga. Un leve fruncimiento de cejas. Un encogimiento de hombros. ¡No recordaba nada!


Entonces me di cuenta de que no se había enterado de que el coche se movía. Ni siquiera se había enterado de que estaba en peligro. Todo el incidente había durado lo que dura un relámpago: diez segundos de su vida, un intervalo sin consecuencias, que no había dejado en ella el menor rastro. Para mí, sin embargo, aquellos segundos habían sido una experiencia definitiva, un acontecimiento extraordinario de mi historia íntima. Lo que más me asombra es admitir que estoy hablando de algo que sucedió en 1956 o 1957, y que la niña de aquella noche tiene ahora más de cuarenta años."




martes, 28 de septiembre de 2010

"El silencio del bosque", de Tana French


Se empieza leyendo algo así:

"Durante la tarde del 14 de agosto de 1984, tres niños de doce años, Jamie Rowan, Peter Savage y Adam Ryan, se adentraron en el bosque de Knocknaree, en las afueras de Dublín, a dos de ellos nunca más se los volvió a ver y todo parece indicar que jamás salieron de sus confines. Ese bosque oscuro y silencioso, apenas apartado de la urbanización, donde los pequeños juegan a perseguir fantasmas y otros seres de leyendas, era hasta ahora solamente el lugar del juego.

La policía encuentra esa noche a uno de los niños, Ryan, abrazado a un árbol, con los zapatos llenos de sangre y un rostro espantado, pero sin memoria de lo ocurrido. Transcurren veinte años y Ryan aún sigue tratando de escapar definitivamente de ese bosque. Se hace llamar Rob, es detective de Homicidios y sigue conservando celosamente aquella pesadilla de la infancia. Y, repentinamente, el horror parece repetirse: el cuerpo de una niña de doce años asesinada es hallada una vez más en ese mismo escenario."

Luego, la banda publicitaria del libro (3ª edición) dice algo así como Primera edición vendida en una semana, y la novela más premiada del año.

Así que tenemos un planteamiento atractivo y un gran éxito de ventas, parece que los lectores avalan la novela. En resumen, difícil resistirse.





Pero al acabar el libro la sensación es otra. Una novela con muchas trampas, incluyendo la propia publicidad y el resumen de la historia. Por ejemplo, pese a las apariencias, no tiene elementos de terror. Hasta la portada original es tramposa (ese "something is waiting"). Tampoco está especialmente bien escrita y a mi al menos me han sobrado doscientas páginas y puede que me hayan faltado cincuenta o cien. Me quedo con la sensación de un gran éxito del marketing, que además se autoalimenta. Cuantos más caemos, más libros se puede decir que se han vendido y por tanto, mejor debe ser. No quiero decir con todo esto que sea mala, simplemente que me parece muy, muy sobrevalorada. Por poner un ejemplo, "La playa de los ahogados" es muchísimo mejor y desgraciadamente, no tendrá el mismo impacto en el mercado irlandés o inglés en general.

Lo más atractivo de la novela, sin duda, el personaje de la agente Cassie, mucho mejor construido que el del protagonista.

Como siempre que soy más crítico con un libro, disculpas a los que mantengan una visión distinta. Cualquier opinión es siempre subjetiva.



Links: A la página web de la autora:  http://www.tanafrench.com/


PD:  El domingo Elementalqueridoblog publicaba dos notas en su cuaderno. La primera (coincidencias), una reseña sobre La playa de los ahogados. La segunda, un comentario y enlace a un texto publicado por Domingo Villar este verano en el Semanal de El País, con un relato donde aparece un Leo Caldas adolescente, "El último verano de Paula Ris". Vale la pena leer tanto los comentarios como el relato.

domingo, 26 de septiembre de 2010

"La playa de los ahogados", de Domingo Villar


En primer lugar, pese a las quejas del Inspector Caldas, mientras pienso como escribir este post y mientras vosotros lo leeis, vale la pena poner de fondo en primer lugar la música de Gershwin, "Promenade -Walking a dog". Cuando se acabe, enlazar con la voz y la trompeta de Louis Armstrong, "Exactly like you". Y para terminar, para quedarnos con una sensación más melancólica, más acorde con la personalidad del inspector y con el tono general de la novela, hay que escuchar la "Canción de Solveig", de Grieg. Los que habéis leído el libro me entenderéis. Para disfrutarla más, he copiado dos versiones, una vocal y otra orquestal, las dos excelentes.




Segunda novela del escritor gallego Domigo Villar y segunda aparición del inspector Caldas y su compañero aragonés, el impulsivo Estévez. Con un resultado francamente excepcional. Ya comenté en su día que me gustó la primera entrega, "Ojos de agua", aunque aún tenía algunos síntomas de inmadurez, de precipitación, por ejemplo en el final. Ninguno de esos problemas está presente en "La playa de los ahogados". Por el contrario, la novela está perfectamente construida en su ritmo de avance, lento pero continuo, hasta su resolución final. Los personajes, que ya estaban bien apuntados en la anterior, todavía ganan más en profundidad, en particular ese Wallander a la gallega que es Leo Caldas. Tal vez hay menos humor que en la primera pero precisamente ese factor le aleja del riesgo de convertirse en parodia para darle serenidad y realismo. Y si en "Ojos de agua" se empezaba a captar el alma de Vigo, en "La playa de los ahogados" se capta con toda la naturalidad del mundo, con esa sencillez que hace fácil lo difícil, el paisaje y el ambiente de las pequeñas poblaciones costeras, entre Vigo y Bayona. Toda la novela huele a mar.





Para los que no la habéis leído, copio un resumen: "Una mañana, el cadáver de un marinero es arrastrado por la marea hasta la orilla de una playa gallega. Si no tuviese las manos atadas, Justo Castelo sería otro de los hijos del mar que encontró su tumba entre las aguas mientras faenaba. Sin testigos ni rastro de la embarcación del fallecido, el lacónico inspector Leo Caldas se sumerge en el ambiente marinero del pueblo, tratando de esclarecer el crimen entre hombres y mujeres que se resisten a desvelar sus sospechas y que, cuando se deciden a hablar, apuntan en una dirección demasiado insólita, un oscuro naufragio ocurrido muchos años atrás. Un asunto brumoso para Caldas, que atraviesa días difíciles: el único hermano de su padre está gravemente enfermo y su colaboración radiofónica en Onda Vigo se está volviendo insoportable. Tampoco facilita las cosas el carácter impulsivo de Rafael Estévez, su ayudante aragonés, que no acaba de adaptarse a la forma de ser del inspector."

Pero mejor que este resumen, vale la pena ver la presentación de la novela por el propio Villar:




Todo eso y mucho más es "La playa de los ahogados", una novela de verdad excepcional, de la mejor novela negra que he leído en castellano en los últimos años. Creo que Villar tiene una brillante carrera por delante y que volveremos a oír hablar del amigo Caldas.




Como muestra de la novela, reproduzco el principio de la segunda sección.

"Rescoldo. 1. Brasa pequeña que se conserva entre la ceniza. 2. Resto o residuo que queda de una cosa, en especial de un sentimiento, pasión o afecto.

Algunas veces, en los meses de zozobra que siguieron a la muerte de su mujer, el padre de Leo Caldas había visitado la antigua casa solariega que ella había habitado de niña, una vivienda en ruinas que apenas mantenía los muros de piedra de su esqueleto. Sólo había resistido los años de abandono la bodega anexa a la casa, que, semihundida en la tierra para evitar cambios bruscos de temperatura, todavía conservaba en su interior varias cubas, una arcaica prensa de madera, una embotelladora de mano y otras herramientas rudimentarias. Paseando por la finca, por los bancales que descendían como un anfiteatro hasta el río Miño, el padre del inspector había hallado un bálsamo para su abatimiento, un alivio que la ciudad le negaba."
 
 
 

 
   
Y para terminar, estoy dudando si , al igual que el padre del inspector, empezar a crear mi propio libro de idiotas.

viernes, 24 de septiembre de 2010

"París era una fiesta", de Ernest Hemingway



1.- París y Hemingway

“París no se acaba nunca, y el recuerdo de cada persona que ha vivido allí es distinto del recuerdo de cualquier otra. Siempre hemos vuelto, estuviéramos donde estuviéramos, y sin importarnos lo trabajoso o lo fácil que fuera llegar allí. París siempre valía la pena, y uno recibía siempre algo a trueque de lo que allí dejaba. Yo he hablado de París según era en los primeros tiempos, cuando éramos muy pobres y muy felices.”

No he podido resistir la tentación de releer “París era una fiesta” después de acabar de leer el libro de Vila-Matas. Y me lo he pasado muy bien. Escrito con ese estilo directo, rotundo, contundente, que le hizo famoso, constituye un repaso de su paso por París en los años 20 y del ambiente de los escritores y artistas en esos años. El libro está lleno de anécdotas de sus encuentros con gente como Scott Fitgerald, Gertrude Stein, Ezra Pound, James Joyce o Sylvia Beach , la propietaria de la famosa librería Shakespeare & Co.

Más que hablar de Hemingway, prefiero dejarle hablar a él.

Sobre Gertrude Stein:

“Mi mujer y yo visitamos a Miss Stein, y tanto ella como la amiga con quien vivía estuvieron muy cordiales y amistosas, y nos gustó mucho aquel gran estudio con sus cuadros de primera. (...) Miss Stein era muy voluminosa, pero no alta, de arquitectura maciza como una labriega. Tenía unos ojos hermosos y unas facciones rudas, que eran de judía alemana, pero hubieran podido muy bien ser friulanas, y yo tenía la impresión de ver a una campesina del norte de Italia cuando la miraba con sus ropas y su cara expresiva y su fascinador, copioso y vivido cabello de inmigrante, peinado en un moño alto que seguramente no había cambiado desde que era una muchacha.”

Sobre Sylvia Beach:

“En aquellos días no había dinero para comprar libros. Yo los tomaba prestados de Shakespeare and Company, que era la biblioteca circulante y librería de Sylvia Beach, en el 12 de la rué de 1’Odéon. (.....) Sylvia tenía una cara vivaz de modelado anguloso, ojos pardos tan vivos como los de una bestezuela y tan alegres como los de una niña, y un ondulado cabello castaño que peinaba hacia atrás partiendo de su hermosa frente y cortaba a ras de sus orejas y siguiendo la misma curva del cuello de las chaquetas de terciopelo que llevaba. Tenía las piernas bonitas y era amable y alegre y se interesaba en las conversaciones, y le gustaba bromear y contar chistes. Nadie me ha ofrecido nunca más bondad que ella.”



Sobre Ezra Pound:

“Ezra Pound se portó siempre como un buen amigo y siempre estaba ocupado en hacer favores a todo el mundo. El estudio donde vivía con su esposa Dorothy, en la rué Notre-Dame-des-Champs, tenía tanto de pobre como tenía de rico el estudio de Gertrude Stein.”

Y lo mejor, sus increíbles relaciones con Scott Fitzgerald, el autor de "El Gran Gatsby". La narración del viaje conjunto a Lyon es genial. Y tiene otra anécdota en el que su acomplejado y extraño compañero le plantea un problema de tamaño, sorprendente y muy divertida.

Vale la pena recuperar el libro de un personaje vital y controvertido. Aunque es muy posible que su imagen y leyenda haya superado al propio escritor, sigue siendo una referencia imprescindible de la literatura americana del siglo XX.

-----------------------------------------------------------------------------------------



2.- Hemingway y Valencia

Valencia es en general, una ciudad poco literaria. O tal vez poco interesada por la cultura, pese a haber tenido más presencia literaria de la que a veces creemos. Ya no es la ciudad del antiturismo como se la definió hace muchos años, pero aún tiene mucho que recuperar. Por eso, la presencia de Hemingway en la ciudad y las referencias entusiastas que aparecen en algunas de sus obras, están llevando a que algunos periodistas e intelectuales valencianos impulsen la adjudicación de una calle y la creación de una ruta cultural que siga los pasos del americano por nuestra ciudad, propuestas ambas a las que modestamente me adhiero. La ruta pasaría entre otros lugares, por los hoteles clásicos, el Londres o el Reina Victoria, los cafés de la calle de la Paz hoy desaparecidos, la Plaza de Toros y por supuesto, al final, una comida en la playa, tal vez siguiendo las indicaciones del propio Hemingway, en La Pepica.

Dejo al final un enlace a un artículo de prensa que habla del paso del escritor por la ciudad. Por mi parte, recupero dos textos:

El primero, de sus memorias parisinas. En “París era una fiesta” escribe:

“Vivíamos con gran economía, gastando sólo lo imprescindible, y ahorrando para poder ir a la Feria de Pamplona en julio y luego a Madrid y a la Feria de Valencia”.

El segundo de “Muerte en la tarde”, en el que también encontramos a Gertrud Stein en Valencia:

“Recuerdo que un día Gertrud Stein hablándome de las corridas de toros, me expresó su admiración por Joselito y me enseñó algunas fotografías del torero, y de ella y de Alice Toklas, sentados en la barrera, en la Plaza de Valencia, con Joselito y su hermano el Gallo un poco más abajo.”


Enlaces:

http://www.levante-emv.com/cultura/2010/07/22/pasos-hemingway/724841.html

http://www.elpais.com/articulo/Comunidad/Valenciana/Paseo/Valencia/Hemingway/elpepiespval/20100722elpval_13/Tes

miércoles, 22 de septiembre de 2010

"París no se acaba nunca", de Enrique Vila-Matas


"Fuí a París a mediados de los años setenta y fui allí muy pobre y muy infeliz. Me gustaría poder decir que fui feliz como Hemingway, pero entonces volvería simplemente a ser el pobre joven, guapo e idiota, que se engañaba todos los días a sí mismo y creía que había tenido bastante suerte de poder vivir en aquella cochambrosa buhardilla que le había alquilado Marguerite Duras al precio simbólico de cien francos al mes..."

Vila-Matas adopta para su ¿novela? el título de la última parte de "París era una fiesta", las memorias de Hemingway en el París de los años 20. Y utiliza la figura del escritor americano como contrapunto para hablar con ironía de su paso por la capital francesa, en su búsqueda de un estilo literario propio. Como en otras ocasiones, a mitad camino entre el diario, las memorias y la invención, el autor compone un mosaico divertido de sus andanzas por París. Allí pretende y consigue escribir su primera novela, que habla de un libro que asesinaría a sus lectores. Con fragmentos absolutamente geniales, el libro mantiene un tono permanente de ironía y distancia sobre el propio proceso de aprendizaje, que lo hace francamente recomendable. Por ejemplo, la relación permanente con Marguerite Duras, a la vez casera y consejera literaria, o sus encuentros (o desencuentros) con otras figuras.

Pero esta vez lo que mas me ha interesado del libro es su relación con la propia ciudad, más allá de la reflexión (permanente como en toda su obra) sobre el proceso de creación literaria. Vila-Matas juega con la idea de París como crisol en el que uno debía instalarse para salir transfigurado en escritor. A partir de ahí, el autor desmitifica ese París bohemio, el ambiente intelectual, siempre soberbio y pedante, y por contra, no sé si voluntariamente o no, creo que sí, contribuye a seguir mitificando a la propia ciudad. El mismo título ya es significativo.

Sólo dos fragmentos (podría copiar muchos más):

"Me gusta sentarme en las terrazas de los cafés de París, y también me gusta mucho andar por esta ciudad, andar a veces durante toda una tarde, sin rumbo preciso, aunque tampoco exactamente al azar, ni a la ventura, pero tratando de dejarme llevar. A veces tomando el primer autobús que se detiene ante mí (como decía Perec, no se puede tomar el autobús al vuelo). O bien caminando deliberadamente por la rue de Seine para asomarme al arco que da al Quai de Conti y allí descubrir la silueta delgada de mi amiga La Maga detenida en el pretil del Pont des Arts."


"Una mañana de invierno, paseaba con Arrieta por el Jardin du Luxembourg cuando en una alameda secundaria divisamos un pájaro negro y solitario, casi inmóvil, leyendo el periódico. Era Samuel Beckett. Vestido de riguroso negro de la cabeza a los pies, estaba allí en una silla, muy quieto, parecía desesperado, daba miedo. Y hasta casi parecía mentira que fuera él, que fuera Beckett. Nunca había previsto que pudiera encontrármelo. Sabía que no era un clásico muerto, sino alguien que vivía en París, pero siempre le había imaginado como una oscura presencia que sobrevolaba la ciudad, nunca como alguien al que uno se encuentra leyendo desesperado un periódico en un viejo parque frío y solitario. De vez en cuando pasaba página, y lo hacía con una especie de enojo tan grande y una energía tan intensa que si el Jardín de Luxembourg entero hubiera temblado no nos habría extrañado nada. Al llegar a la última página, se quedó entre absorto y ausente. Daba más miedo que antes. 'Es el único que ha tenido el valor de mostrar que nuestra desesperación es tan grande que ni palabras tenemos para expresarla', dijo Arrieta"


Perec, Cortázar, Beckett,...   Hemingway.  Y mucho más. Realmente París no se acaba nunca.


lunes, 20 de septiembre de 2010

"El hombre que se esfumó", de Maj Sjöwall y Per Wahlöö


He llegado este verano al matrimonio sueco formado por Maj Sjöwall y Per Wahlöö, de los que se puede decir que son prácticamente los Adán y Eva de la novela negra nórdica. Y son un buen descubrimiento. La pareja, ambos periodistas, ambos comunistas declarados, escribían por la noche en casa después de acostar a sus hijos. En 1965 publican su primera novela, “Rosseanne” y en 1966 la segunda, “El hombre que se esfumó”, que son los dos primeros hitos de una serie de diez, cuyo protagonista es el inspector de policía Martín Beck, un hombre tranquilo al menos en este libro y claro predecesor del gran Wallander.



“El hombre que se esfumó” transcurre en gran parte en Budapest en los años sesenta, lo que lo hacía especialmente interesante para mí, dada mi afición a los países del Este europeo. En el primer día de sus vacaciones de agosto, el inspector Beck recibe el encargo de investigar la desaparición del periodista sueco Alf Matsson, que fue visto por última vez en la capital húngara. En Budapest iniciará una tediosa y complicada investigación, con la intervención esperada de la policía local. Al final, como en muchas ocasiones, nada es lo que parece.


El libro está muy bien construido y el personaje del inspector es sólido. Describe muy bien tanto la ciudad como el carácter de los personajes y el final está muy bien resuelto. Añado al plan infinito en primer lugar “Rosseanne” y luego el resto de la serie.





Os dejo un enlace al excelente blog de Alicia Silver, "Mis detectives favoritos", que para mí y para muchos más, se está convirtiendo en una de las referencias imprescindibles en español:

http://detectivesdelibro.blogspot.com/2009/09/martin-beck-per-wahloo-y-maj-sjowall.html


domingo, 19 de septiembre de 2010

José Antonio Labordeta

Hoy se nos ha ido José Antonio Labordeta. Y con él se nos muere a todos un poco de nuestras vidas y de nuestro corazón.


Descanse en paz en su tierra de Aragón





"Ya ves, que vamos avanzando, cumpliendo este camino. No lo sé, ya ves.
Ya ves, que vamos recordando, creciendo hacia el ocaso. No lo sé, ya ves.
Ya ves, qué pálidas palabras se pierden en la noche sin hallar solución.
Ya ves, que hemos ido surgiendo de inciertas y duras voces de desesperación.

Recuérdame, como un árbol batido, como un pájaro herido, como un hombre sin más.
Recuérdame, como un verano ido, como un lobo cansino, como un hombre sin más.

Ya ves, que fuimos agrietando los muros mantenidos. No lo sé, ya ves.
Ya ves, que estamos añorando unos niños perdidos. No lo sé, ya ves.
Ya ves, qué voces diferentes se cruzan en el alba buscando la verdad.
Ya ves, que fuimos puente herido, de abrazos detenidos, por ver la libertad.

Recuérdame, como un árbol batido, como un pájaro herido, como un hombre sin más.
Recuérdame, como un verano ido, como un lobo cansino, como un hombre sin más."

viernes, 17 de septiembre de 2010

"En el café de la juventud perdida", de Patrick Modiano



"De las dos entradas del café, siempre prefería la más estrecha, la que llamaban la puerta de la sombra. Escogía la misma mesa, al fondo del local, que era pequeño. Al principio, no hablaba con nadie; luego ya conocía a los parroquianos de Le Condé, la mayoría de los cuales tenía nuestra edad, entre los diecinueve y los veinticinco años, diría yo. En ocasiones se sentaba en las mesas de ellos, pero, las más de las veces, seguía siendo adicta a su sitio, al fondo del todo.


No llegaba a una hora fija. Podía vérsela ahí sentada por la mañana muy temprano. O se presentaba a eso de las doce de la noche y se quedaba hasta la hora de cerrar. Era el café que más tarde cerraba en el barrio, junto con Le Bouquet y La Pergola, y el que tenía una clientela más peculiar. Ahora que ha pasado el tiempo me pregunto si no era sólo su presencia la que hacía peculiares el local y a las personas que en él había, como si lo hubiera impregnado todo con su perfume."





Así empieza "En el café de la juventud perdida", escrita en 2007 por uno de los mejores autores franceses contemporáneos, Patrick Modiano, nacido en Boulogne-Billancourt en 1947. Modiano ha publicado en 2010 una nueva novela "L'horizon", creo que a punto de ser editada en España por Anagrama.

"En el café de la juventud perdida" es una novela sencilla que cuenta la historia de una joven, Louki, a través de cuatro puntos de vista distintos. Un joven estudiante que guarda la memoria de los habituales del café en una libreta (una Moleskine) donde anota las entradas y las salidas y los rasgos básicos de los clientes; un detective al que el marido abandonado por Louki le encarga encontrarla y que al final opta por el silencio; la propia Louki, vagabunda, desarraigada, habitante de las zonas neutras de la ciudad, en continua insatisfacción y quizás huyendo de todo y sobre todo de ella misma; y finalmente, un joven escritor, compañero de la Louki de la última etapa, que tratará de salvarla de sus propias tristezas. Y en el centro de la historia, uno de esos viejos cafés de París, Le Condé, en la zona de l'Odeón, por los Jardines de Luxemburgo, en los que la gente se sienta a hablar, a leer, simplemente a estar, a ver lo que pasa cuando no pasa nada.

Modiano describe con melancolía y nostalgia una historia triste, la historia de una joven cuya personalidad ya queda reflejada magistralmente en esa primera frase: "Des deux entrées du café, elle empruntait toujours la plus étroite, celle qu'on appelait la porte de l'ombre." (De las dos entradas del café, siempre prefería la más estrecha, la que llamaban la puerta de la sombra.). Refleja esa voluntad de pasar desapercibida, de no protagonizar la historia. Y de huir o esconderse. De mantenerse en una zona neutra de la realidad.

Y el París en el que Modiano sitúa la historia, en coherencia con el personaje, no es el de las grandes avenidas y las zonas monumentales, sino precisamente el de esa zonas oscuras, sin apenas referencias, que componen la mayor parte de nuestras ciudades. El café es una de esa zonas, pero también las primeras cuestas de Montmartre o la calle que separa el Cementerio de Montparnasse.

"Me acordé del texto que estaba intentando escribir cuando conocí a Louki. Lo había llamado Las zonas neutras. Había en París zonas intermedias, tierras de nadie en donde estaba uno en las lindes de todo, en tránsito, o incluso en suspenso. Podía disfrutarse allí de cierta inmunidad. Habría podido llamarlas zonas francas, pero zonas neutras era más exacto."

El título de la novela, que también es ya en sí un gran hallazgo, es un homenaje a una frase de Guy Debord, revolucionario, filósofo y escritor francés, y uno de los padres del situacionismo: "À la moitié du chemin de la vraie vie, nous étions environnés d'une sombre mélancolie, qu'ont exprimée tant de mots railleurs et tristes, dans le café de la jeunesse perdue."

La novela me ha parecido excepcional. Modiano tiene un estilo absolutamente personal, elegante y sencillo, que impregna la historia de melancolía. Vale la pena. No había leído a Modiano hasta ahora, pero se incorpora al plan infinito, y trataré de recuperarlo poco a poco.






Links: A una página francesa sobre el autor:  http://reseau-modiano.pagesperso-orange.fr/



jueves, 16 de septiembre de 2010

"Poirot investiga" ("Poirot investigates"), de Agatha Christie



Versión española

A finales de 1924 Agatha Christie publica su primer volumen de relatos, protagonizado como su propio nombre indica por el inefable Hercules Poirot. Componen el libro 11 historias cortas, que se leen fácilmente. El detective belga es cada vez más insufrible y a la vez más divertido. Algunos de los relatos están muy bien
 construidos y resueltos. Otros no tanto, pero siempre son entretenidos. Una obra menor.


Después de leer los cinco primeros títulos de la autora, creo que necesito descansar. Prometo volver pero necesito un respiro, o de lo contrario acabaré asesinando a Hastings y seguro que Poirot descubre que he sido yo.



 English version

At the end of 1924 Agatha Christie publishes her first collection of stories, featuring as its name indicates, the ineffable Hercules Poirot. The book is made of 11 short stories, which are easily read. The Belgian detective is becoming increasingly unbearable yet fun. Some of the stories are very well constructed and resolved. Others less so, but are always entertaining. A minor work.

After reading the first five titles of the author, I think I need rest. I will return but I need a break, or otherwise I will end up murdering Hastings and Poirot is certain to discover that it was me.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

"El hombre del traje color castaño" (The Man in the Brown Suit), de Agatha Christie





Versión española

“El hombre del traje color castaño” (The Man in the Brown Suit, 1924)



Cuarta novela y de nuevo un cambio de personajes. La protagonista es ahora Ana Beddingfield, quien en primera persona cuenta su viaje por África en busca de un misterioso caballero y de un oscuro líder revolucionario y mafioso. Hay robos de diamantes, asesinatos, caídas, secuestros, en fin, de todo . Divertida y amena, pero bastante floja. Otra vez estamos más cerca de la novela de aventuras que de la de misterio. Pero los personajes no tendrán continuidad, lo que ya es un síntoma.

Lo más importante, que el talón de 500 libras que le proporcionó a la autora fue utilizado para comprar su primer coche.

Feliz Aniversario






English version

Fourth novel and again a change of characters. The protagonist is now Ana Beddingfield, who makes a first-person account of her trip to Africa in search of a mysterious knight and a dark revolutionary leader and gangster. There are diamond thefts, murders, crashes, kidnappings, in short, everything. Fun and entertaining, but fairly weak. Again we are closer to the adventure genre than mystery. But the characters will not have continuity, which is already a symptom.

Most importantly, the 500 pound check that it provided the author was used to buy her first car.

Happy birthday

martes, 14 de septiembre de 2010

"Asesinato en el campo de golf (The murder on the links)", de Agatha Christie



Versión española

Mañana cumpliría 120 años Ágata Christie, la indiscutible reina del crimen. Así que los tres post siguientes son mi modesto homenaje a la autora.



“Asesinato en el campo de golf” (Murder on the links, en versión original) es la tercera novela de la autora, escrita en 1923. Volvemos a nuestro amigo Poirot y a su inseparable Hastings.

Poirot recibe una carta de Francia, con una petición de ayuda: el Sr. Renauld teme que su vida corra peligro y pide a Poirot que lo visite para investigar los acontecimientos. Poirot y Hastings acuden inmediatamente a Merlinville-sur-Mer, en el litoral norte francés, pero ya es demasiado tarde. Renauld ha sido asesinado la noche anterior y su cuerpo encontrado por algunos hombres que estaban trabajando en un campo de golf vecino. Poirot tomará la resolución del caso como una obligación personal, al no haber podido evitarlo, y más aún cuando en el transcurso de la investigación encuentre a un presuntuoso investigador francés, M. Giraud

Todo se complicará aún más cuando se cometa un segundo asesinato. Reaparece entonces una vieja historia de otro crimen cometido años atrás que tendrá muchas vinculaciones con el actual. Agatha Christie hace intervenir en la obra un complicado número de personajes, entre los que destacan tres jóvencitas (la hija de una persona vinculada con el asesinado, y dos gemelas actrices y acróbatas), que tendrán un papel protagonista en la resolución de los crímenes. La trama es compleja pero tendrá su final feliz: Poirot consigue solucionar todos los misterios, probando el detective belga que sus métodos ("las células grises)" son superiores a los de su colega francés. Como casi siempre, el móvil del crimen será el dinero. Y al final, Hastings encontrará su gran amor, aunque no se sabe si le durará. Habrá que seguir leyendo.

Mucho más sólida que la anterior, la novela es una obra típica de Agatha Christie, aunque tal vez resulta algo excesiva. La trama es demasiado complicada y pierde credibilidad en algunos momentos. Pero aún así resulta entretenida. Lo mejor, la rivalidad con el detective francés. Aunque Poirot sea belga, en el fondo la autora lo presenta siempre como el inglés perfecto, y por contra, Giraud es retratado como el prototipo de francés engreído y soberbio. Se nota que ahí la autora disfrutaba, y seguro que además, buscaba la complicidad de su público.

Resulta curioso el doble sentido que tiene el título actualmente, en el contexto de Internet, "The murder on the links", asesinato en los links. Habrá que tener cuidado con los enlaces.




English version

Tomorrow marks the 120 years of Agatha Christie, the undisputed Queen of Crime. The three following posts are my humble tribute to the author.


"Murder on the links” (“Murder in the golf course" in the Spanish version) is the third novel by the author, written in 1923. We return here to our friend Poirot and his inseparable Hastings.

Poirot receives a letter from France with a plea for help: Mr. Renauld fears his life is in danger and asks Poirot to visit him to investigate the events. Poirot and Hastings go immediately to Merlinville-sur-Mer, in the northern French coast, but it's too late. Renauld has been murdered the previous night and his body found by some men who were working on a nearby golf course. Poirot will take the resolution of the case as a personal obligation, having failed to prevent it, and even more so when in the course of the investigation he meets an arrogant French investigator, M. Giraud.

Everything will be complicated further when a second murder is committed. Reappears then an old story of another crime committed years ago that has many links with the current one. Agatha Christie involves in the story a complicated number of characters, among which stand out three girls (the daughter of a person connected with the murder, and two twin actresses and acrobats), which will have a leading role in solving the crimes. The plot is complex but will have its happy ending: Poirot gets to solve all the mysteries, proving the Belgian detective methods (“gray cells”) are superior to those of his French colleague. As usual, the motive is money. And finally, Hastings finds his true love, although it is unclear if it will last. We will have to continue on reading.

Better built than the previous one, the novel is typical of Agatha Christie, but perhaps is somewhat excessive. The plot is too complicated and loses credibility at times. But still it is entertaining. The best, the rivalry with the French detective. Although Poirot is Belgian in the background the author presents him along as the perfect English gentleman, on the other hand, Giraud is portrayed as the prototype of cocky and arrogant French. You can feel that the author enjoyed herself here, and surely also sought the complicity of her public.

It is curious the double meaning that the title takes now, in the context of Internet, "The Murder on the Links". Care should be taken with what we click on.

domingo, 12 de septiembre de 2010

"Los trenes de Pound", de Vicente Marco Aguilar



Lo malo de escribir bien de los amigos es que pueden pensar que lo haces precisamente por amistad. Y nada sería más injusto. Si "Los trenes de Pound" me ha gustado es precisamente porque es una buena novela, magníficamente escrita. Vicente Marco escribe cada vez mejor y la historia engancha desde el principio.


El punto de partida es atractivo. Cuando VM va a recoger su billete de tren a Hss, el taquillero se empeña en cambiarle el destino hacia Br con estancia en el famoso hotel Risman Pound. VM no acepta el cambio, pero pierde su tren. Y ya en casa descubre que el tren a Br ha tenido un accidente en el que han muerto al menos treinta personas. A partir de ahí se desencadena una larga serie de aventuras y situaciones, que tienen un componente claro de novela de misterio, pero en una atmósfera que tiene mucho de kafkiana. La historia está bien planteada, muy bien desarrollada y bien resuelta, aspecto éste último que no era fácil dada la complejidad de la trama.

Me han gustado especialmente dos aspectos del libro. Uno, el estilo, basado en frases cortas y bien construidas y enlazadas que le proporcionan un ritmo ágil. También los diálogos contribuyen a ese ritmo. Dos, la facilidad con la que la historia se desliza al absurdo sin acabar de separarse del todo del realismo y como vuelve a la realidad sin que acabe de perder del todo ese tono kafkiano. Por ejemplo, uno de los mejores fragmentos es la transformación de un ressort mediterráneo de lujo en algo parecido a la colonia penitenciaria.

Finalmente, puedo decir que si en general resulta enriquecedor conocer las circunstancias personales de un autor para acabar de entender su obra, en este caso la proximidad la hace no sólo más inteligible, sino especialmente divertida. Es una tendencia bien presente en la novela contemporánea introducir elementos de confusión o intersección entre la vida real del escritor y la obra. Imposible no pensar en Auster o en Vila-Matas. Esa interferencia entre la literatura y la vida está bien presente en "Los trenes de Pound" y es un elemento más de su atractivo. Por cierto, acabo de caer, ¿y si Vicente Marco (VM) no existe y la novela está escrita por otro de los alter egos de Vila-Matas (VM)?.

El libro, publicado por Eitorial Castalia, obtuvo el XII Premio Tiflos de Novela convocado por la Once. El jurado estaba compuesto entre otros por José Manuel Caballero Bonald, Luis Mateo Díez y Manuel Longares, jurado cuya composición puede enorgullecer especialmente al autor. Desde aquí, mi enhorabuena a VM por esta gran novela y mis deseos de que encuentre la tranquilidad y los escenarios adecuados para culminar la que ya es, cada vez más, una carrera literaria consolidada.

viernes, 10 de septiembre de 2010

"Lejos de Toledo", de Angel Wagenstein



Un descubrimiento de este verano.

Ya he hablado alguna vez en este blog de mi vinculación con los países del Este, y en particular con Bulgaria. Así que cuando, por absoluta casualidad, buscando en la red otro título de la editorial Libros del Asteroide, descubrí la existencia de una novela escrita por un autor búlgaro, de familia sefardí, que transcurría en buena medida en Plovdiv, no pude resistir la tentación. Y ha sido todo un descubrimiento.

En primer lugar el autor. Angel Wagenstein (1922) nació en una familia sefardí en la propia Plovdiv. Pasó su infancia exiliado en París por la militancia socialista y comunista de sus padres. Regresó a su país tras una amnistía y, siendo adolescente aún, entró a formar parte de una organización antifascista clandestina. Durante la segunda guerra mundial, participó en en diversos actos de sabotaje y fue internado en un campo de trabajo, del que consiguió huir para volver a unirse a los partisanos. Arrestado y condenado a muerte en 1944, se salvó gracias a la entrada del Ejército Rojo soviético. Finalizada la guerra cursa estudios cinematográficos en Moscú y empieza una larga carrera como guionista y director, con reconocimientos internacionales. Finalmente, en el año 2000 publica su primera novela, "El Pentateuco de Isaac", que es el inicio de una trilogía dedicada al destino de los judíos en la Europa del siglo XX. "Lejos de Toledo", publicada en 2002 es el segundo y "Adiós Shangai" (2004) el tercero. Las novelas son completamente independientes entre sí pero componen un mosaico que se complementa. Wagenstein vive hoy en Sofía, y es un escritor reconocido internacionalmente, con una cultura inmensa y una muy fuerte y atractiva personalidad. Sus raíces culturales son judías, pero también españolas, francesas o rusas, además de las propias búlgaras.



La novela es un viaje al pasado y al presente de Plovdiv, su ciudad natal, a través de los ojos de un personaje, Albert Cohen, búlgaro exiliado en Israel, que es un claro reflejo del propio autor. Con la excusa de un congreso, el protagonista regresa por unos días a su ciudad, y el reencuentro con su gente y con sus calles, le hace rememorar un mundo desaparecido, el de su infancia.


Para los que seguro que no conoceis Plovdiv, os puedo decir que es una de las grandes ciudades desconocidas de Europa. Fundada hace 6000 años, mucho antes que Atenas o Roma, en el año 342 a. C. fue conquistada por el rey Filipo II de Macedonia, padre de Alejandro Magno, que cambió el nombre de la ciudad a Philippopolis (Filipópolis). Más tarde se hizo independiente bajo el dominio de los tracios hasta que, incorporada al Imperio romano, su nombre cambió a Trimontim ("Ciudad de las tres colinas") y se convirtió en la capital de la provincia de Tracia. Cuenta con un magnífico teatro romano para 7,000 espectadores y numerosos restos tracios y romanos. Los búlgaros la conquistaron en el año 815, pero el nombre Plovdiv aparece por primera vez en el siglo XV. Conquistada por los otomanos, Plovdiv fue un importante centro de los movimientos nacionalistas búlgaros y la primera imprenta en idioma búlgaro se estableció en esta ciudad. La ciudad fuera liberada de los otomanos en la Batalla de Plovdiv en 1878. Durante el periodo de gobierno comunista que se estableció en el país a partir del final de la Segunda Guerra Mundial, Plovdiv fue el centro de diversos movimientos democráticos que derrocaron finalmente al régimen pro soviético en 1989.

Como consecuencia de estos acontecimientos y de otros anteriores, como la existencia de un núcleo importante de emigración sefardí española en el siglo XV consecuencia de la expulsión de los Reyes Católicos y el mantenimiento de una población turca importante por la proximidad geográfica y la pervivencia cultural pese a la derrota de los otomanos, la ciudad se convirtió, hasta los acontecimientos que narra Cohen-Wagenstein en el libro, en un ciudad de convivencia de tres culturas, la judía, la musulmana y la ortodoxa, a la que se sumaban también otras minorías como la gitana.
 
 
 
 
 
 
La novela es la crónica de un mundo en equilibrio, del paraíso que es la infancia sobre todo en el recuerdo, y de la descomposición gradual de ese mundo, tras la guerra, por la imposición gradual de la dictadura comunista y la influencia de los cambios en el contexto mundial. El recuerdo más intenso de Cohen es el de su abuelo, Abraham el Borrachón, maestro hojalatero y gran cuentista, que se desenvuelve en su salsa trabajando para reparar los techos de las iglesias, de las mezquitas y de la sinagoga, mientras comparte tabernas y amores con los representantes de las tres religiones. Todo ese mundo se irá acabando. Poco a poco los gitanos serán expulsados, luego se tendrán que ir los turcos y finalmente, los judíos optarán por buscar la tierra prometida de Israel.  Pero además, también las familias burguesas serán afectadas por el cambio de régimen y la irracionalidad estalinista. Así que, del Plovdiv de la infancia apenas quedará nada. Pese a ello y aunque la imagen de la Bulgaria actual tampoco sale bien parada del todo, Cohen volverá a reencontrarse con el alma de la ciudad y con un amor de adolescencia, y su visión final, pesimista, triste y melancólica, deja entrever un punto de esperanza. Para Wagenstein o para el abuelo Abraham, lo único que da sentido a la vida es la esperanza, y de esa esperanza está llena el libro, pese a la tristeza que a veces lo inunda.
 
Un libro absolutamente excepcional. Si de todos los que he leído este verano me tuviera que quedar con uno sería con éste.
 
 
Os dejo con otra crónica encontrada en la red que completa mi visión. Como siempre, me disculpo por mi entusiasmo.
 


JESÚS MARTÍNEZ GÓMEZ

"Hay episodios históricos tan familiares a través de referencias textuales y de una extensa y variada fraseología, que cuesta reconocer, de pronto, hasta qué punto ha sido reducida la verdad a una contemplación paternalista, simple y, al cabo, maledicente. Ése es el caso de la diáspora sefardí, producida tras el decreto de expulsión firmado en 1492 por los Reyes católicos. Pero mucho me temo que tras esa torticera aproximación a nuestra conciencia, siempre se ha escondido la ignorancia de quienes preferían explicar “la expulsión del paraíso” con trasnochados planteamientos de difícil justificación.

Quizás, por ello, la primera impresión que se tenga al leer Lejos de Toledo (2002), última novela de Angel Wagenstein (Plovdiv, Bulgaria,1922), publicada por Libros del Asteroide, sea de asombro, al comprobar la firmeza de esa comunidad en la defensa de sus raíces, cultura, lengua o gastronomía; en definitiva, de una memoria colectiva que se ha alimentado con cada uno de los descendientes de esos primeros judíos arrojados a un exilio ignominioso y convertido a nuestra nación, a la suya, en un sueño, en un hilo invisible y común para los casi dos millones de sefardíes repartidos hoy por todo el mundo.

En Lejos de Toledo, el autor se sirve de un planteamiento narrativo sencillo como lo es la vuelta de Albert Cohen desde Israel a Plóvdiv, la ciudad búlgara donde nació, para asistir a un congreso. Una vez allí, le asaltarán los recuerdos de la niñez pasada junto a la abuela, Mazal, ejemplo de prudencia y pragmatismo, y el abuelo, Abrahan el Borrachón, personaje muy especial para el protagonista en el que se mimetizan la fantasía, la locuacidad y sabiduría fabuladora de quien no necesita la realidad para ser parte esencial de ella. Con ellos, otros habitantes del barrio de Ortà Mezàr, como el fotógrafo Kostaki y su taller Eternidad, capaz de detener el tiempo y atrapar en él para siempre el pulso de la ciudad, Mitko, compañero de juegos, hijo del profesor Stóichev o Madame Vartanian, pero, sobre todo y sobre todos, su hija Araxi, la niña de quien se enamora y nunca más sabrá, tras marchar ésta rumbo a París. Pues bien, todo ese mundo reaparecerá con estrépito entre las calles estrechas de la vieja judería, y al abrigo de unos reencuentros (el anciano Kostaki, Mitko, Araxi…) que enfrentarán el pasado y el presente del protagonista, de Albert Cohen y Berto, el niño al que el Bonachón enseñara que la esperanza era un estado del alma y que sin ella la vida carece de sentido alguno. De hecho, para Cohen sólo la esperanza y el amor por Araxi, con la que se reencuentra durante su estancia en Plòvdiv, pueden justificar el éxodo dramático de hace más de quinientos años.

En todo caso, Lejos de Toledo es una novela llena de ternura y nostalgia, que nos sumerge con humor e ironía en una cultura secular e irrenunciable y en un tiempo habitado ya sólo por los recuerdos, pero también por el amor íntimo y esencial que sostiene a las personas y a los pueblos. Lo hace con la prosa ágil, dinámica y directa del guionista que es y ha sido Wagenstein, un narrador al que hay que agradecerle su tardía incursión en la novela por ese dominio tan cinematográfico del ritmo narrativo y saber conducir al lector como si todo y nada fuesen una y la misma cosa, aquella esperanza que nunca abandonó a sus antepasados desde la bella ribera del Tajo a los puentes centenarios del Maritsa."


Links: A la página de Plovdiv en inglés en la Wikipedia:

http://en.wikipedia.org/wiki/Plovdiv



miércoles, 8 de septiembre de 2010

"El espejo de los espías", de John Le Carré


Sigo recuperando a Le Carré. Después de publicar en 1963 “El espía que surgió del frío”, la obra que supone para el autor el paso del escritor de novelas de misterio al especialista en el género de espías, Le Carré publica en 1965 su cuarta novela, “The looking-glass war”, traducida en España como “El espejo de los espías”. A diferencia de la anterior, el libro no consigue mucho éxito pese a ser un retrato absolutamente realista del mundo de la inteligencia y los servicios secretos.


La novela cuenta la historia de una organización o agencia del gobierno británico, sin un nombre específico, conocida como “El Departamento”, que proviene de la época de la Guerra Mundial donde sí que jugó un papel importante contra los nazis con una red de agentes en el terreno. La inercia y la burocracia han hecho que la agencia perviviera en el tiempo dedicada a tareas más administrativas y burocráticas y se quedara atrás frente a la expansión de la línea principal de la inteligencia británica en esa época, el Circus, dirigido por “Control” y con la progresiva mayor presencia y dedicación de Smiley.

Por circunstancias, el Departamento se encontrará con algunas evidencias débiles y bastante precarias de que los rusos están queriendo instalar misiles en Alemania Oriental, cerca de la frontera. En plena guerra fría, con la crisis cubana todavía reciente, los viejos espías creen que ha llegado la oportunidad de recuperar su protagonismo y empiezan a preparar una misión en secreto, sin informar a los primos del Circus.

Para ello, reactivarán a uno de sus agentes de la segunda guerra mundial, Fred Leiser, un polaco afincado en Inglaterra, para que se infiltre en la frontera y les proporcione la información. A partir de ese momento asistimos al entrenamiento del agente, con una descripción realista de los métodos y técnicas empleadas en la época, pero también con una pizca de ironía británica por parte del autor, al poner en evidencia los métodos anticuados del Departamento. Al final y no sigáis leyendo si no queréis saber como acaba, Leiser cruzará la frontera, pero toda la operación se convertirá en un desastre, pues tendrá que matar a un guardia y a partir de ahí, la falta de dominio del terreno y lo anticuado de los sistemas de comunicación le pondrán al descubierto de inmediato. El Circus, que pese a todo estaba al tanto de la operación, la encubrirá y abandonará a Leiser a su suerte.


Como siempre en Le Carré lo más importante es el factor humano, las relaciones entre las personas y sobre todo, la motivación, el análisis de las causas profundas por las que la gente hace lo que hace, en especial cuando se trata de situaciones personales que rozan límites de riesgo o compromiso. El autor siempre maneja con maestría la dialéctica entre la Historia con mayúsculas y las vidas cotidianas que forman parte de esa historia, las vidas minúsculas de los que a veces acaban siendo héroes o villanos en la misma, y en ocasiones incluso pueden modificar su curso, aunque en este último aspecto también la visión de Le Carré es pesimista o escéptica.

Aunque no es la novela más entretenida del autor, se deja leer y desde luego es imprescindible para conocer el funcionamiento de los servicios secretos de la época y el clima en que actuaban. Pese a que Smiley también aparece en el libro, juega apenas un papel secundario.

Sólo para fanáticos de Le Carré como yo.

lunes, 6 de septiembre de 2010

"Siete casas en Francia", de Bernardo Atxaga


Acabo de terminar Siete casas en Francia, la última novela publicada por el escritor vasco Bernardo Atxaga. Es una novela atípica en su trayectoria. Transcurre en el Congo belga, en 1903, en un campamento militar situado junto al río Congo, dedicado a controlar la explotación de caucho. La novela cuenta la vida en el campamento y los cambios que supondrá la llegada de un nuevo militar, Chrysostome Liege, de carácter difícilmente compatible con el resto de sus compañeros. Con un fuerte sentimiento religioso, casi misógino, disciplinado y sobre todo un gran tirador, el contraste de su personalidad con buena parte de los militares y en particular con la del ex-legionario Van Thiegel, borracho, mujeriego y cruel, acabará llevando al enfrentamiento y al drama. Todo ello en medio de una galería de personajes bien construidos, entre los que destaca el comandante del puesto, el capitán Lalande Biran, culto ( poeta aficionado) y ambicioso (desvía partidas de caoba y marfil para que su mujer pueda cumplir su deseo de adquirir las siete casas en Francia que dan título al libro).




El libro está muy bien escrito y va atrapando poco a poco, en particular en su tramo final, en el que engancha abiertamente. Se lee muy bien. Pero no acaba de convencer. La impresión es que Atxaga, deseoso de cambiar de escenario, de salir de su entorno vasco, en lo que me parece una cierta obsesión entre los escritores vascos actuales de buscar nuevos caminos, se dedica a narrar una historia que le atañe más bien poco, en la que no se implica. Y la consecuencia es que a la historia le falta alma. Es como si fuera un ejercicio de buena narrativa, pero que igual podía estar hablando del Congo belga que de Oriente Medio. Bien resuelta, bien escrita, pero distante. Completamente distinta a la implicación, al sentimiento que se refleja en la mayor parte de la obra de Atxaga que he leído y que siempre me ha gustado. Habrá que dejar pasar un tiempo y leer alguno de los libros que me faltan del autor, en particular “El hijo del acordeonista”. En cuanto a Africa, me sigo quedando con "El corazón de las tinieblas".

 
Os dejo un enlace a un blog amigo que acaba de publicar también una reseña sobre la obra y da una información más completa que la mía. Creo que coincidimos básicamente en la opinión:
 
http://cuentatelavida.blogspot.com/2010/09/siete-casas-en-francia-de-bernardo.html

sábado, 4 de septiembre de 2010

"La pirámide", de Henning Mankell




Última entrega en principio de la serie Wallander. Mankell la publica en 1999 como broche del ciclo, como epílogo final por un lado y a modo de prólogo también, porque las cinco historias que componen el libro transcurren realmente antes del inicio de la serie, antes de "Asesinos sin rostro". Sirven para completar la biografía previa del comisario y sus relaciones familiares y para completar algunas referencias permanentes que aparecían en otros de los títulos de la colección: por ejemplo, el famoso viaje a Egipto del padre, al que tiene que ir a rescatar, y la cuchillada que casi le cuesta la vida y a la que siempre hace referencia Wallander con la frase ya clásica de que hay un tiempo para vivir y un tiempo para morir. Lo menos creíble de esta reconstrucción es la relación con su mujer, mucho peor construída en todo el ciclo que las vinculaciones con su padre y con su hija.


Mankell escribe en el prólogo una de sus frases más famosas;


Hasta que no terminé de redactar la octava y última parte de la serie sobre Kurt Wallander (Cortafuegos), no caí en cuenta de cuál era el subtítulo que, en vano, había estado buscando para ella sin cesar. Una vez que todo lo relativo a Wallander o, al menos, la mayor parte, pertenecía al pasado, comprendí que ese subtítulo debía ser, lógicamente, Novelas sobre el desasosiego sueco.”


Aunque las historias cortas de "La pirámide" hablan más de la vida de Wallander que en otras ocasiones, el trasfondo es siempre el mismo que obsesivamente ocupa al autor. ¿Cual es el futuro de la sociedad sueca, del paraíso socialdemócrata construido a lo largo de generaciones y a cuyos síntomas de deterioro hemos ido asistiendo a medida que también envejecía el comisario y que hemos acabado de leer en el sinfín de nuevos autores que han crecido a su sombra?. Mankell apunta siempre más preguntas que respuestas, transmitiendonos precisamente su desasosiego, utilizando una palabra que sin duda proviene de su contagio con la cultura portuguesa con la que convive en Mozambique. Imposible no acordarse del "Libro del desasosiego", de Pessoa. Tal vez su respuesta haya sido precisamente esa apertura a Africa, a otros mundos y otras culturas.


El libro, sin duda, imprescindible, aunque tal vez sólo para fanáticos.


Como es sabido, diez años después, Mankell ha retomado al personaje y ha publicado una nueva novela: "El hombre inquieto". Debo reconocer que me da miedo empezarla, por si me defrauda. Así que dejaré pasar un cierto tiempo, al menos que salga en bolsillo, por ejemplo, para leerla.





miércoles, 1 de septiembre de 2010

"84, Charing Cross Road", de Helene Hanff


Aunque las grandes novelas son para el verano, también estos días se prestan a las lecturas cortas y a recuperar textos que se han quedado por el camino. Una de las pequeñas joyas rescatadas ha sido este "84, Charing Cross Road" del que había oído hablar muchísimo. El libro es realmente una selección de la correspondencia mantenida durante casi veinte años entre la autora, Helene Hanff, una escritora americana autodidacta y rebelde y el personal de una pequeña librería londinense especializada en libros viejos y usados, Marks & Co, ubicada en la ya famosa dirección que da título a la obra, destacando en particular la relación con uno de los empleados, Frank Doel.


El eje principal del libro no es más que la amistad y el amor por los libros. Pero a partir de ahí, con la fuerza que da la sencillez y la autenticidad, la novela consigue emocionar. Creo que todo buen amante de los libros debe leer esta historia, divertida a ratos, triste en otros momentos y conmovedora en conjunto.


La novela dió pie a una magnífica película, que pese a haber visto, no había relacionado hasta ahora con el libro, ya que se estrenó en España como "La carta final". Estaba protagonizada por unos maravillosos Anne Bancroft y Anthony Hopkins y conseguía recrear muy bien el tono de la historia, gracias al excelente trabajo de los dos actores.


Links: A una página actual en la red dedicada a la librería:

http://www.84charingcrossroad.co.uk/