domingo, 29 de abril de 2012

"Yo, mi, me,...contigo", de David Safier



"Maldito Karma" me hizo gracia, sin entusiasmarme. "Jesús me quiere" me gustó incluso un poco más. Pero para yo, mi, me, conmigo, la fórmula Safier se está agotando. Esta última novela, en la que la protagonista se reencarna en Shakespeare, ya no tiene casi gracia. O el propio Safier se reinventa pronto, o la fórmula no da para más.

    

jueves, 26 de abril de 2012

"El sabueso de los Baskerville", de Arthur Conan Doyle



"El sabueso de los Baskerville" (The Hound of the Baskervilles) es la tercera novela de A. Conan Doyle con Sherlock Holmes. Fue publicada por entregas en "The Strand Magazine" entre 1901 y 1902. Poco que añadir a un clásico. Lo mejor, releerla.

"Habíamos dejado atrás y abajo las tierras fértiles. Al volver la vista contemplábamos los rayos oblicuos de un sol muy bajo que convertía los cursos de agua en hebras de oro y que brillaba sobre la tierra roja recién removida por el arado y sobre la extensa maraña de los bosques. El camino que teníamos ante nosotros se fue haciendo más desolado y silvestre por encima de enormes pendientes de color rojizo y verde oliva, salpicadas de peñascos gigantescos. De cuando en cuando pasábamos junto a una de las casas del páramo, con las paredes y el techo de piedra, sin planta trepadora alguna para dulcificar su severa silueta. De repente nos encontramos ante una depresión con forma de taza, salpicada de robles y abetos achaparrados, retorcidos e inclinados por la furia de años de tormentas. Dos altas torres muy estrechas se alzaban por encima de los árboles. El cochero señaló con la fusta.

-La mansión de los Baskerville -dijo.

Su dueño se había puesto en pie y la contemplaba con mejillas encendidas y ojos brillantes. Pocos minutos después habíamos llegado al portón de la casa del guarda, un laberinto de fantásticas tracerías en hierro forjado, con pilares a cada lado gastados por las inclemencias del tiempo, manchados de líquenes y coronados por las cabezas de jabalíes de los Baskerville. La casa del guarda era una ruina de granito negro y desnudas costillas de vigas, pero frente a ella se alzaba un nuevo edificio, construido a medias, primer fruto del oro sudafricano de Sir Charles.

A través del portón penetramos en la avenida, donde las ruedas enmudecieron de nuevo sobre las hojas muertas y donde los árboles centenarios cruzaban sus ramas formando un túnel en sombra sobre nuestras cabezas. Baskerville se estremeció al dirigir la mirada hacia el fondo de la larga y oscura avenida, donde la casa brillaba débilmente como un fantasma."

lunes, 23 de abril de 2012

"Sin noticias de Gurb", de Eduardo Mendoza


Después de leer sobre la Atenas pre-olímpica de la mano del Comisario Jaritos y al ver que Eduardo Mendoza publica nuevo libro, "El enredo de la bolsa y la vida", se me ha ocurrido releer, esta vez de un tirón, el famoso "Sin noticias de Gurb", que el autor publicó, por entregas diarias, allá en el año 1991 en "El País" y que cuenta las andanzas de dos extraterrestres que aterrizan en la Barcelona de Maragall. La historia la cuenta uno de los dos, que sale a la búsqueda de su compañero, Gurb, que se ha perdido por Barcelona con la apariencia de Marta Sánchez. Lo mejor que puedo decir es que me he reído tanto o más que la primera vez que la leí. Si queréis pasar un buen rato, recomendable de todas todas.

viernes, 20 de abril de 2012

"Los demonios de Berlín", de Ignacio del Valle




Me gustó mucho la anterior novela de Ignacio del Valle, "El tiempo de los emperadores extraños". Esperaba más de "Los demonios de Berlín". Me ha resultado algo larga y confusa. Aún así, la recomiendo. No es frecuente el esfuerzo de ambientación y documentación que hace Del Valle para recrear el Berlín de los días de la caída del Reich, los días del hundimiento.


"Arturo Andrade, soldado de la División Azul a quien ya conociéramos en El tiempo de los emperadores extraños, vuelve a protagonizar uno de los episodios más siniestros de la historia contemporánea: el fin de la Segunda Guerra Mundial.

Berlín, 1945. Los soviéticos avanzan, imparables, por las calles llenas de escombros, la lucha es durísima en la ciudad y la derrota alemana, inminente. Arturo Andrade está en medio de aquel caos. Su misión: hallar a Ewald von Kleist, un científico alemán, a quien encuentra muerto en la cancillería del Reich con un misterioso diagrama en los bolsillos.

Así comienza este thriller escrito con pasión y rigor documental, que con un ritmo que no da respiro al lector nos acerca a un personaje que deberá enfrentarse a múltiples demonios, ajenos y propios, para salvar lo único que parece escapar a ese entorno atroz: el amor de una mujer."

Y por cierto, y al hilo de la novela, nunca valoraremos lo suficiente que fueran los americanos los primeros en tener la "bomba". A veces la historia se escribe al filo de la navaja.

PD: Si a alguien, como a mí, le apasiona Berlín, le recomiendo el extraordinario libro de Anthony Beevor, "Berlín. La caída, 1945", que reconstruye esos días con la minuciosidad del historiador, pero con la agilidad de un buen narrador. Aún mejor que la novela.



martes, 17 de abril de 2012

"Un caso del Comisario Jaritos y otros cuentos", de Petros Márkaris



El siguiente Márkaris. Un libro de relatos breves, con escasa presencia de Jaritos. Ubicado temporalmente antes de las Olimpiadas de Atenas, está marcado sobre todo por el protagonismo de los inmigrantes y de los desheredados. Resulta curioso leerlo en la perspectiva de la actual crisis griega. Incluso en sociedades pobres, siempre hay gente aún más pobre.

"Nueve relatos, nueve casos policíacos en los que se ven involucrados inmigrantes albaneses, de países del Este o subsaharianos; en los que intervienen asesinos, sicarios, viejos racistas o camareros; que se desarrollan en Atenas, en los prolegómenos de la cita olímpica de 2004. Historias como el asesinato de tres árabes en las inmediaciones de las instalaciones olímpicas o el que comete un camarero sudanés tras ganar una quiniela."

domingo, 15 de abril de 2012

"El Titanic", de Joseph Conrad



Ahora, a las 2,20 horas, hace exactamente cien años que se hundió el Titanic, el 15 de abril de 1912. Joseph Conrad, que había sido marino antes de dedicarse a la escritura, se vió profundamente impactado, primero por la catástrofe y después por la despreciable investigación que se realizó para establecer sus causas. En el mismo año 1912 publicó dos artículos en la "English Review", en los que deja constancia de sus reflexiones, tanto técnicas como sociales. Y su voz no puede ser más clara: los dos motivos principales de la catástrofe fueron la soberbia y la avaricia de los hombres. Y los ejemplos son muchos. Botes con menos de la mitad de plazas que personas a bordo. "Si no pueden conseguir tantos botes, vendan menos pasajes. No hagan naufragar a tanta gente en la noche mas calma y hermosa que jamás se ha conocido en el Atlántico Norte". O un capitán que no hizo caso de los numerosos avisos recibidos y que no quiso reducir la velocidad, sin duda para demostrar que podía llegar antes que sus competidores.  

Lo más triste es que como el propio Conrad afirma "Los hombres no cambian. No mucho." 

Vale la pena leer los dos artículos que ha publicado Editorial Gadir en un pequeño volumen, con algunos materiales gráficos complementarios y con un magnífico prólogo de Fernando Baeta. Vale la pena leer lo que Conrad afirma que es "la cruda verdad desprovista de la romántica vestimenta con que la prensa ha envuelto este desastre del todo innecesario."


Si alguien se anima, en la red están los artículos originales en inglés:


SOME REFLECTIONS ON THE LOSS OF THE TITANIC (1912)


CERTAIN ASPECTS OF THE ADMIRABLE INQUIRY INTO THE LOSS OF THE TITANIC (1912)




viernes, 13 de abril de 2012

"El loro de Flaubert", de Julian Barnes


No había leído antes un libro completo de Barnes. Tan solo el primer capítulo de "Una historia del mundo en diez capítulos y medio", el que habla del Arca de Noé, que me pareció muy divertido.

"El loro de Flaubert" es un libro inclasificable, basado en distintas aproximaciones a la obra y la biografía de Gustave Flaubert, mezcla de ensayo, novela, biografía y más cosas. A mí me ha gustado bastante, pero reconozco que puede ser duro para muchos, por lo específico del tema.

miércoles, 11 de abril de 2012

"El signo de los cuatro", de Arthur Conan Doyle




Segunda de las cuatro novelas o relatos largos de Holmes, publicada en 1890, tres años después del "Estudio en escarlata". Muy entretenida. Según la Wiki, es en el único relato en el que Holmes aparece explícitamente consumiendo cocaína.

"La petición de una mujer a Sherlock Holmes para acompañarla a visitar a un hombre y la muerte del hermano del mismo, lo lleva a descubrir, junto al Dr. Watson, el secreto que hay tras un tesoro encontrado en la India, un juramento entre tres indios, un blanco y una enloquecedora sed de venganza."

lunes, 9 de abril de 2012

"Con los ojos cerrados", de Gianrico Carofiglio



Otro descubrimiento. Tenía varias referencias sobre el autor y esta novela en concreto, y no me ha defraudado. Carofiglio se suma al plan infinito. Aquí podéis encontrar una buena reseña. Gracias, Jose Ignacio.


domingo, 8 de abril de 2012

"Suicidio perfecto", de Petros Márkaris


Otro Márkaris. Tercero de la serie del Comisario Jaritos y cuarto que leo. Ya he dicho varias veces que me gusta mucho el escritor griego. Tal vez no sea la mejor novela de la serie, pero se lee muy bien. Esta vez la novela transcurre en la Atenas pre-olímpica. Por cierto, si a otros detectives les obsesiona la comida, la verdadera obsesión de Jaritos es el tráfico.

"Tras haber sobrevivido al disparo recibido mientras resolvía su anterior caso (Defensa cerrada), el comisario Jaritos arrastra una aburridísima existencia de convaleciente lejos del ajetreo policial. Una noche, mientras ve pasar las noticias por el odiado televisor, una escena lo arranca de cuajo de la mediocre monotonía en que ha caído: en medio de una entrevista, un célebre empresario griego saca una pistola y comete un acto que deja pasmados a todos los televidentes."


sábado, 7 de abril de 2012

"La nochevieja de Montalbano", de Andrea Camilleri


 
Siguiente título de la serie de Montalbano. Otro libro de relatos breves, al igual que el anterior.  Simplemente delicioso. Por cierto, el título original es "Gli arancini de Montalbano". Igual estoy cometiendo algún delito, pero no puedo evitar la tentación de dar la clave del título (y la receta):



"Al regresar a su casa de Marinella, encontró en la mesa de la cocina una nota de su asistenta Adelina.
«Perdone si me premite que mañana no baya que es nochevieja y aprovechando que mis dos ijos están en libertaz preparo los arancini que tanto les gustan. Si usía me ace el onor de pasar a comer la direccion ya la sabe.»
Adelina tenía dos hijos delincuentes que entraban y salían de la cárcel: era una pura casualidad, tan insólita como la aparición del cometa Halley, que ambos se encontraran simultáneamente en libertad. Y, por consiguiente, el acontecimiento merecía celebrarse por todo lo alto con unos arancini.
—¡Dios mío, los arancini de Adelina! Los había saboreado sólo una vez: un recuerdo que seguramente le había penetrado en el ADN, en su patrimonio genético.
Adelina tardaba dos días enteros en prepararlos. Se sabía de memoria la receta. La víspera se prepara un estofado de ternera y carne de cerdo a partes iguales que tiene que cocer a fuego muy lento durante horas y horas con cebolla, tomate, apio, perejil y albahaca. Al día siguiente, se prepara un arroz, el que llaman a la milanesa (¡pero sin azafrán, por favor!), se vierte todo sobre una mesa, se mezcla con los huevos y se deja enfriar. Entre tanto, se hierven los guisantes, se hace una besamel, se cortan en trocitos unas lonchas de salchichón y se mezcla todo con la carne estofada y triturada a mano con la tajadera (¡nada de batidoras, por el amor de Dios!). Al arroz se le añade el jugo de la carne. A continuación, se coge un poco, se coloca en la palma de la mano ahuecada, se le agrega una cucharada de la mezcla anterior y se cubre con un poco más de arroz para formar una albóndiga. Cada albóndiga se pasa por harina y después por clara de huevo y pan rallado. Luego, todos los arancini se echan en una sartén con aceite muy caliente y se fríen hasta que adquieren un color de oro viejo. Se escurren sobre papel. ¡Y, al final, loado sea el Señor, se comen!
Montalbano no tuvo ninguna duda acerca de con quién iba a cenar en Nochevieja. Sólo una pregunta lo preocupó antes de conciliar el sueño: ¿conseguirían los dos hijos de Adelina permanecer en libertad hasta el día siguiente?"



viernes, 6 de abril de 2012

"HHhH", de Laurent Binet


Uno de los mejores libros que he leído en los últimos meses. "HHhH". Detrás de esas letras se oculta la expresión 'Himmlers Hirn heibt Heydrich', el cerebro de Himmler se llama Heydrich. Una aproximación novelada al atentado que acabó con la vida de Heydrich en Praga y que desató una durísima represión. Si de todos los libros del trimestre tuviera que seleccionar uno, éste estaría sin duda, entre los finalistas. 

No resisto la tentación de reproducir unos textos del libro:

"5 
Poco tiempo después de mi llegada a Eslovaquia, conocí a una joven eslovaca muy bella de la que caí perdidamente enamorado y con la que iba a vivir una historia pasional que duraría casi cinco años. Gracias a ella pude obtener algunas informaciones suplementarias. Por de pronto, el nombre de los protagonistas: Jozef Gabčík y Jan Kubiš. Gabčík era el eslovaco y Kubiš el checo; al parecer, debido a la consonancia de sus patronímicos respectivos, es imposible confundirlos. En todo caso, aquellos dos hombres parecían ya formar parte integrante del paisaje histórico: de hecho, Aurelia, la joven en cuestión, había aprendido sus nombres en la escuela, como cualquier otro niño checo o eslovaco de su generación, creo yo. Por lo demás, ella conocía el episodio a grandes rasgos, pero apenas si sabía algo más que mi suboficial. Tuve que esperar dos o tres años para tomar conciencia de lo que siempre había sospechado realmente: que aquella historia sobrepasaba en intensidad novelesca las más improbables ficciones. Y esto lo descubrí casi por azar.

Había alquilado para Aurelia un piso situado en el centro de Praga, entre el castillo de Vyšehrad y Karlovo náměstí, la plaza Carlos. Pues bien, de esta plaza sale una calle, la ulice Resslova, que llega hasta el río, donde se encuentra ese extraño edificio de cristal que parece ondular en el aire y que los checos llaman «Tančicí Dům», la casa que baila. En esa calle Resslova, en la acera de la derecha según se baja, hay una iglesia. En uno de los laterales de esa iglesia hay una claraboya en torno a la cual son bien visibles en la piedra numerosos impactos de bala, y una placa, que menciona entre otros los nombres de Gabčík y de Kubiš, así como el de Heydrich, cuyo destino está desde entonces ligado al de ellos para siempre. Yo había pasado decenas de veces por delante de aquella claraboya sin fijarme ni en los impactos de bala ni en la placa. Pero un día me detuve: había dado con la iglesia donde los paracaidistas se habían refugiado después del atentado.

Volví luego con Aurelia a una hora en que la iglesia estaba abierta y pudimos visitar la cripta.

Y en la cripta estaba todo.

6
Estaban las huellas, aún terriblemente frescas, del drama que se había consumado en aquella sala apenas sesenta años antes: el reverso de la claraboya que se ve desde el exterior, el túnel excavado unos pocos metros, los impactos de las balas en las paredes y en el techo abovedado, dos pequeñas puertas de madera. También había unas fotos con los rostros de los paracaidistas, estaba el nombre de un traidor en un texto redactado en checo y en inglés, había un impermeable vacío, un morral, una bici, todo ello reunido dentro de una vitrina, por supuesto había una metralleta Sten, de esas que se encasquillan en el peor momento, había mujeres evocadas, había imprudencias mencionadas, estaba Londres, estaba Francia, había legionarios, había un gobierno en el exilio, había un pueblo con el nombre de Lidice, había un joven centinela que se llamaba Valčík, había un tranvía que pasa, también éste, en el peor momento, había una máscara mortuoria, había una recompensa de diez millones de coronas para el hombre o la mujer que delatase, había cápsulas de cianuro, había granadas y gente para lanzarlas, había emisoras de radio y mensajes codificados, había un esguince en el tobillo, estaba la penicilina que sólo se podía conseguir en Inglaterra, había una ciudad entera bajo el poder de aquel a quien apodaban «El Verdugo», había banderas con la cruz gamada e insignias con calaveras, había espías alemanes que trabajaban para Inglaterra, había un Mercedes negro con un neumático reventado, había un chófer, había un carnicero, había dignatarios alrededor de un ataúd, había policías inclinados sobre unos cadáveres, había represalias terribles, estaba la grandeza y la locura, la debilidad y la traición, el valor y el miedo, la esperanza y la pena, todas las pasiones humanas estaban reunidas en unos pocos metros cuadrados, estaba la guerra y estaba la muerte, había judíos deportados, familias masacradas, soldados sacrificados, había venganza y cálculo político, había un hombre que, entre otros, tocaba el violín y practicaba esgrima, había un cerrajero que nunca pudo ejercer su oficio, estaba el espíritu de la Resistencia que se quedó grabado para siempre en esos muros, estaban los rastros de la lucha entre las fuerzas de la vida y las de la muerte, estaban Bohemia, Moravia, Eslovaquia, estaba toda la historia del mundo contenida dentro de unas pocas piedras.

Fuera había setecientos SS."



He pasado muchas veces en Praga por la calle Resslova sin darme cuenta de todo lo que había allí, en la cripta. Cuando vuelva a la ciudad, creo que tengo la obligación de pasar por allí. 


Postdata: He visto una serie en la 2 de Rtve, muy interesante, sobre los cazadores de nazis. Uno de los episodios reconstruía francamente bien toda esta historia. Es un buen complemento al libro.


jueves, 5 de abril de 2012

"El jardinero nocturno", de George Pelecanos



Uno de los objetivos del año es descubrir nuevos autores y ampliar el espacio geográfico donde transcurren las novelas. Uno de los nuevos es George P. Pelecanos (1957, Washington). Autor consagrado y escritor de guiones, entre otros, los de la serie de culto "The Wire".
"El jardinero nocturno" es una muy buena historia. Los policías de sus novelas son lo más parecido a gente normal que me he encontrado en la serie negra.

"Cuando el cadáver de un adolescente aparece en un parque público de Washington, el detective Gus Ramone revive con intensidad una investigación en la que participó veinte años atrás. El asesino, a quien los medios dieron en llamar el Jardinero Nocturno, sembró de víctimas los parques de la ciudad y salió impune. El nuevo crimen reunirá a los tres hombres que participaron en aquel caso y les dará la oportunidad de cerrarlo. Tal vez ahora consigan atrapar al Jardinero Nocturno.."



miércoles, 4 de abril de 2012

"El libro de las horas contadas", de José María Merino



Como se acumulan los libros leídos desde principios de año sin comentar, voy a darles en los próximos días una salida rápida con un comentario breve para no perder el hilo de mis lecturas. Me da más pereza escribir que leer.

Ya hablé un poco en febrero de Jose María Merino. Este "Libro de las horas contadas", mezcla de relato largo construido a fragmentos y pequeños microrrelatos me ha gustado pero no me ha entusiasmado. Creo que Merino tiene obras mucho mejores.