sábado, 7 de abril de 2012

"La nochevieja de Montalbano", de Andrea Camilleri


 
Siguiente título de la serie de Montalbano. Otro libro de relatos breves, al igual que el anterior.  Simplemente delicioso. Por cierto, el título original es "Gli arancini de Montalbano". Igual estoy cometiendo algún delito, pero no puedo evitar la tentación de dar la clave del título (y la receta):



"Al regresar a su casa de Marinella, encontró en la mesa de la cocina una nota de su asistenta Adelina.
«Perdone si me premite que mañana no baya que es nochevieja y aprovechando que mis dos ijos están en libertaz preparo los arancini que tanto les gustan. Si usía me ace el onor de pasar a comer la direccion ya la sabe.»
Adelina tenía dos hijos delincuentes que entraban y salían de la cárcel: era una pura casualidad, tan insólita como la aparición del cometa Halley, que ambos se encontraran simultáneamente en libertad. Y, por consiguiente, el acontecimiento merecía celebrarse por todo lo alto con unos arancini.
—¡Dios mío, los arancini de Adelina! Los había saboreado sólo una vez: un recuerdo que seguramente le había penetrado en el ADN, en su patrimonio genético.
Adelina tardaba dos días enteros en prepararlos. Se sabía de memoria la receta. La víspera se prepara un estofado de ternera y carne de cerdo a partes iguales que tiene que cocer a fuego muy lento durante horas y horas con cebolla, tomate, apio, perejil y albahaca. Al día siguiente, se prepara un arroz, el que llaman a la milanesa (¡pero sin azafrán, por favor!), se vierte todo sobre una mesa, se mezcla con los huevos y se deja enfriar. Entre tanto, se hierven los guisantes, se hace una besamel, se cortan en trocitos unas lonchas de salchichón y se mezcla todo con la carne estofada y triturada a mano con la tajadera (¡nada de batidoras, por el amor de Dios!). Al arroz se le añade el jugo de la carne. A continuación, se coge un poco, se coloca en la palma de la mano ahuecada, se le agrega una cucharada de la mezcla anterior y se cubre con un poco más de arroz para formar una albóndiga. Cada albóndiga se pasa por harina y después por clara de huevo y pan rallado. Luego, todos los arancini se echan en una sartén con aceite muy caliente y se fríen hasta que adquieren un color de oro viejo. Se escurren sobre papel. ¡Y, al final, loado sea el Señor, se comen!
Montalbano no tuvo ninguna duda acerca de con quién iba a cenar en Nochevieja. Sólo una pregunta lo preocupó antes de conciliar el sueño: ¿conseguirían los dos hijos de Adelina permanecer en libertad hasta el día siguiente?"



2 comentarios:

alestedemadrid dijo...

Ese me faltaba. Qué cena tan prometedora... Un saludo

Anónimo dijo...

He estado leyendo tus entradas, encontré tu blog de forma casual y me ha gustado.
Un saludo