Como decía Antonio Muñoz Molina en un comentario publicado en "El País", las grandes novelas son para el verano. Así que, casi justo con el final del verano y apenas antes de la entrada de este otoño que se anuncia como todos, a la vez triste y maravilloso, acabé por fin de leer la famosa novela de Grossman.
Dado que poco se puede añadir a lo mucho que se ha escrito sobre esta novela, dejo al final unos cuantos enlaces a varias reseñas de verdad interesantes y que vale la pena leer. Yo apenas voy a añadir algunas reflexiones personales.
La primera, como lector. Me he sentido muy bien al acabarla, porque es evidente que el mundo se divide entre los que han leído (y acabado) "Vida y destino" y los que no. Aunque esto es broma, sí es cierto que he tenido la sensación a veces de que era la típica novela que había que leer, novela objetivo, meta, criba de lectores serios y de lectorcillos de novela negra y demás zarandajas. Y esto a mí siempre me produce una enorme rebeldía, ya que defenderé siempre, que en lectura como en muchas otras materias no obligadas, la única guía que vale es la del placer de leer, el disfrutar con lo que se está leyendo o escuchando.
Dicho esto, pues, debo añadir que si he acabado el libro es porque realmente merece la pena. Es una de las mejores novelas que he leído en estos últimos años. Auténtica novela río, es un libro que arrastra pero no absorbe. Salvo algunos fragmentos magistrales, en los cuales no puedes parar de leer, el resto tiene un ritmo desigual, y a veces se hace demasiado lento. La excesiva fragmentación de la historia, de los personajes, de las situaciones, a veces también le hace perder la fuerza narrativa. Es por tanto, un libro difícil. Y a veces duro. Pero a la vez, tiene una fuerza tal, que pese a todo te lleva a no tirar la toalla. A descansar y combinarlo si hace falta con otras lecturas, pero acabar volviendo porque la intensidad del libro es apasionante. Por un lado, el momento histórico concreto, el período que se centra en la batalla de Stalingrado. Y por otro, el análisis y disección del nazismo y del estalinismo, y en particular de este último. Respecto al primero la aproximación es más tangencial, excelente, pero centrándose en los aspectos ya más duros del mismo. Por el contrario, la narración de la vida en la Unión Soviética es muchísimo más personal, interiorizada. Está contada con la profundidad de haber sido protagonista y desde el desencanto más terrible.
Hay historias imprescindibles, y ya seguro inolvidables: el episodio de la cámara de gas, narrado desde dentro; la historia de la casa 6/1; el encarcelamiento de Krimov, auténtico proceso en mejor tradición kafkiana; la evolución y contradicciones del científico Shtrum; la carta de su madre desde el gheto y el campo de concentración; la historia de Zhenia y su relacion con Novikov y con Krimov. Es curioso, pero a medida que estoy escribiendo me vienen a la cabeza más y más historias. Por ejemplo, las breves apariciones en escena del propio Hitler y Stalin, me parecen magistrales. O también la recreación del ambiente de sospecha permanente, de miedo a la delación, de autorepresión interiorizada que significó el estalinismo. Las relaciones entre los comisarios políticos y los militares, el conflicto permanente entre el poder político, la autoridad, y la propia racionalidad de las decisiones. Magistral la escena en que Novikov retrasa ocho minutos la salida de sus tanques para destruir un punto peligroso y evitar víctimas, es felicitado en público y delatado inmediatamente por desobediencia.
Creo que todos estos puntos, y muchos otros que me dejo, pero que me van viniendo a la cabeza a medida que escribo, hacen que sea una de las mejores novelas que he leído últimamemente, y que pueda recomendarla sin ninguna duda.
Y al final, Grossman deja la sensación última, de que aún en medio de la guerra más terrible, de la represión, de la tristeza, del dolor, del hambre, al final siempre hay un hueco a la esperanza y a la confianza en el ser humano.
El 23 de julio de 1962, el jefe ideológico del Politburó Mijaíl Súslov dijo al escritor que de publicarse, el libro haría más daño a la Unión Soviética que el Doctor Zhivago de Pasternak. Suslov notificó a Grossman que su novela no podría publicarse en al menos doscientos años. El comentario pone en evidencia tanto la presunción del censor, como el reconocimiento de la perdurabilidad del valor literario de la obra. Grossman murió en 1964, sin saber si su novela alguna vez sería leída por el público. Se publicó finalmente en 1980 en Suiza con la ayuda de disidentes soviéticos: Andrei Sajarov en secreto fotografió páginas del borrador conservadas por Semión Lipkin, y Vladímir Vóinovich consiguió sacar a escondidas las películas al extranjero. Cuando Mijjaíl Gorbachov inició su política de glásnost, la novela fue finalmente publicada en territorio ruso en 1988 en la revista Oktyabr y en forma de libro."
Hay muchas reseñas excelentes en la red. Os dejo dos buenos enlaces que me han gustado especialmente:
http://www.labitacoradeltigre.com/2007/12/13/vida-y-destino/
3 comentarios:
Coincido plenamente con todas las reflexiones que haces. Es una novela con mayúsculas, ardua en ocasiones pero con una sensibilidad tal que te hace volver a ella una y otra vez. Merece la pena el esfuerzo de leerla, porque deja un poso con sabor a buena literatura que se disfruta durante mucho tiempo después de ser leída. Una mirada crítica y certera sobre un período fundamental en la historia de Europa.
Un saludo
Estoy enfadado con google porque a veces no me avisa de cuando mis amigos han actualizado sus entradas.
Eso me ha pasado contigo. Disculpame, pues, no haberte visitado antes.
En cuanto a tu entrada, coincido con el comentario de Elena. Estupendo.
Un abrazo...!
Me ha parecido una entrada estupenda ya que es un libro que aún no he leído (sí, no he cruzado esa línea divisoria) aunque también tengo la impresión de que es una lectura que terminaré haciendo en su momento.
De Grossman he leído Todo fluye (que a diferencia de Vida y destino, sí tuvo la fortuna de ser publicada, sorprendentemente ya que es extraordinariamente dura con Stalin o Lenin y, más en general, con la polítiva soviética). Es una lectura muy recomendable (y más breve) en la que se deslizan muchos de los temas que señalas y que, parece tener las mismas fallas en el estilo (mezcla narración, discurso político, reflexión histórica, etc) que citas para Vida y destino pero que tampoco logran borrar la tremenda fuerza de su escritura.
Saludos.
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