miércoles, 3 de junio de 2009

"Paris-Brest", de Tanguy Viel

Pertenezco a una generación que se educó con el francés como segunda lengua, y que jamás ha acabado de controlar el inglés, eterna asignatura pendiente. En un país con una tradición tan antifrancesa como España, me parece necesario reivindicar de vez en cuando la cultura y la literatura gala, por encima de los tópicos y de los recelos. Por eso intento seguir leyendo de vez en cuando literatura francesa. Por eso y porque viajo de vez en cuando a ver a mi hijo a los alrededores de París, donde está ahora después de una larga temporada acabando sus estudios en Brest.




Así que, cuando ví el título de la novela que encabeza esta nota en una de esas maravillosas y enormes librerías del Barrio Latino, no pude resistir la tentación, y pese a no tener ninguna referencia del autor ni de la novela, me lancé a comprarla. La he leído ya tranquilamente en España, a pequeñas dosis, y me ha resultado muy interesante. Dado que supongo que es difícil de conseguir, puesto que no está traducida ni publicada en España, os puedo contar que es la historia, narrada por él mismo, de un joven, hijo de una familia de la pequeña burguesía bretona. Los padres, implicados en un escándalo económico relacionado con el fútbol, tendrán que irse primero al sur y volverán después a una casa aislada a la orilla del mar bretón, cerca de la Pointe San Mathieu, el Finisterre francés, al abrigo de un golpe de suerte económico de la abuela.




El hijo preferirá quedarse primero en Brest, con la abuela, y después, cuando sus padres vuelvan a Bretaña, se irá a París, huyendo de un ambiente familiar opresivo, en el que todo el mundo parece conocer los secretos del resto de la familia, sin nunca acabar de reconocerlos o asumirlos. La historia se completa con una reflexión sobre la literatura, dado que el protagonista escribe su propia historia a la vez que el autor avanza en la novela. Y también con reflexiones cruzadas sobre las relaciones de familia, las de clase (el papel crucial del hijo de la criada en la novela), y la vida cotidiana en una ciudad pequeña como Brest.
La historia está muy bien escrita y me ha descubierto un gran escritor, que tiene ya una obra considerable en Francia. Para quién conozca Brest y lea en frances, le reproduzco algunos de los primeros párrafos de la novela, que describen de una forma perfecta la geografía, a la vez fea y hermosa de una ciudad como Brest, destruida por completo en la segunda guerra mundial y reconstruida sin demasiada gracia. Ubicada en una de las bahías o radas más bonitas de Francia, abierta al azul del mar bretón, es una ciudad sin embargo triste y gris, a la que pese a todo, le tengo un cariño especial.
No sé si últimamente este Blog toma un rumbo demasiado personal, pero ya he dicho en alguna otra ocasión, que si algo me gusta especialmente es la pequeña confusión entre la literatura y la vida.



"Il paraît, après la guerre, tandis que Brest était en ruines, qu’un architecte audacieux proposa, tant qu’à reconstruire, que tous les habitants puissent voir la mer : on aurait construit la ville en hémicycle, augmenté la hauteur des immeubles, avancé la ville au rebord de ses plages. En quelque sorte on aurait tout réinventé. On aurait tout réinventé, oui, s’il n’y avait pas eu quelques riches grincheux voulant récupérer leur bien, ou non pas leur bien puisque la ville était de cendres, mais l’emplacement de leur bien. Alors à Brest, comme à Lorient, comme à Saint-Nazaire, on n’a rien réinventé du tout, seulement empilé des pierres sur des ruines enfouies."




"Quand on arrive à Brest, ce qu’on voit c’est la ville un peu blanche en arrière-fond du port, un peu lumineuse aussi, mais plate, cubique et aplatie, tranchée comme une pyramide aztèque par un coup de faux horizontal. Voilà la ville qu’on dit avec quelques autres la plus affreuse de France, à cause de cette reconstruction malhabile qui fait des courants d’air dans les rues, à cause d’une vocation balnéaire ratée (complètement ratée même, puisque la seule plage de la ville au fond de la rade se trouve là abandonnée, en contrebas de la quatre-voies tumultueuse qui désengorge la ville), à cause de la pluie souvent, de la pluie persistante que ne savent compenser les grandes lumières du ciel, de sorte que Brest ressemble au cerveau d’un
marin, détaché du monde comme une presqu’île."




"Oui comme une presqu’île, me disait le fils Kermeur, et si tu restes ici tu finiras pareil, tu finiras comme ta grand-mère. Assis en face d’elle dans le bus qui nous ramenait en ville, je me souviens, comme je pouvais lire sur sa peau la fatigue qui sillonnait son visage, elle, les yeux fixes sur dehors et la mer sous nos pieds tandis que le bus s’embarquait sur la rade, sur le pont au-dessus de la rade, elle comme à chaque fois au retour des promenades, elle posait son index sur la vitre et me disait, regarde. Alors je fixais au loin les fenêtres de chez elle, là-haut sur le boulevard qui dominait le port, les cinq grandes fenêtres de son nouvel appartement, son nouvel appartement avec vue sur la rade, ne manquait-elle jamais de préciser, cent soixante mètres carrés avec vue sur la rade, répétait-elle comme si c’était un seul mot, une seule expression qu’elle avait prononcée des milliers de fois, laissant glisser dessous toutes les images qui allaient avec, c’est- à-dire la mer bleue de la rade, les lunatiques teintes de l’eau, les silencieuses marées d’août, les reflets de la roche et les heures grises de l’hiver, c’est-à-dire la transformation incessante de l’humeur maritime."





Links: A unas referencias en francés sobre la novela y sobre el autor:




5 comentarios:

Susana Peiró dijo...

Bonita reseña, bonitas fotos y todo el conjunto, prometedor!

A diferencia de tu formación, la mía incluyó el inglés, un poco de alemán y dejó como la "gran materia pendiente", el aprendizaje del francés bien! Hoy no puedo leerlo sin un diccionario y mi pronunciación es cavernícola (Soy la dama de Cro-Magnon Jajajajajajá!)

Cuánto para aprender, cuántos libros para leer y el tiempo, Amigo, que se escurre tan rápidamente!

Un Abrazo Fab!

Carmina dijo...

aparentemente mi educacion deberia haber sido diferente a la tuya sin embargo tambien tuve el frances como segunda lengua, ademas adoraba el idioma y lo estudie en profundidad, eso y un poco de aleman el ingles sigue siendo mi asignatura pendiente y aunque sigo siendo joven para ponerme al dia, me da una pereza terrible. Ha sido un placer volver a leer en frances, me pensaba que estaria mas oxidada pero no... otro cantar seria hablarlo

Charles de Batz dijo...

Al igual que en tu caso, mi formación, además de mi vecindad, han hecho del francés mi segunda lengua, lo cual viene bien -como el conocer cualquier otra lengua-, para disfrutar de horizontes más amplios.

Desconozco la obra y al autor, pero dado que nos has dejado con un delicioso sabor de boca, la buscaré en mi próxima incursión literaria al país vecino.

Y sí, los blogs terminan por tomar rumbos cada vez más personales, eso yo lo veo como una buena señal; una marca de madurez y de esa subjetividad necesaria en toda narración.

Salud

Isabel Barceló Chico dijo...

No conozco Brest. Sí la ví desde la altura, desde aquel cerro - no recuerdo ahora su nombre - desde donde los españoles allá en el s. XVII más o menos, controlaban la entrada a su bahía y protagonizaron un episodio heróico para nosotros y menos para los demás (siempre que estemos de acuerdo en calificar así las acciones de guerra). Precisamente porque tiene fama de no ser bella preferimos entonces pasar de largo... Aunque también yo estudié frances, es una lengua que nunca he llegado a dominar, pese a parecerme bonita. Ahora la tengo muy, muy olvidada. Me encantará leer otras reseñas tuyas al respecto, porque la dulce Francia tiene mucho de lo que hablar, en cultura, en paisajes, en historia.

No he recibido esa explicación de la que me hablas. Te dejo mi e-mail por si no lo tenías bien.

ibarchico@hotmail.com

Un abrazo.

Gonzalo Muro dijo...

Pertenezco a la generación posterior a la tuya (deduzco) porque no alcanzamos a estudiar francés y el inglés que aprendimos en el colegio era tan escaso que casi lo puedo equiparar a mis conocimientos de latín en aquella época. Menos mal que luego he tratado de recuperar el tiempo, pero el camino de mis intenciones no alcanzó para aprender algo de francés.

Lo cierto es que el libro que comentas parece una aproximación interesante en versión francesa, a esa conocida opresión social de las familias de toda la vida en la periferia de las grandes capitales. Y qué hermosas las fotos que has colocado en tu entrada, no sé si lo he preguntado alguna vez, ¿eres aficionado a la fotografía?

Y, por cierto, el rumbo personal de tu blog lo hace especial y me fuerza a visitarlo, aunque sea con cierto retraso por la falta de tiempo.

Un abrazo.