viernes, 30 de julio de 2010

"Las personas del verbo", de Jaime Gil de Biedma



Siempre hay que volver a Gil de Biedma. Aunque sólo sea para recordar que en su poesía hay alguno de esos poemas que uno debe llevar siempre encima. Por ejemplo, el “De vita beata” que colgué ya hace unas semanas en la cabecera del blog y que siempre me ha acompañado para recordarme todo lo que debería hacer y no hago. O también el melancólico y depresivo “No volveré a ser joven”: “Que la vida iba en serio / uno lo empieza a comprender más tarde (...) Envejecer, morir, es el único argumento de la obra. ”

Pero hoy, en plena crisis económica, con la reforma laboral recién aprobada, y en medio de la vorágine, me sorprende esta “Noche triste de octubre, 1959”, dedicada a Juan Marsé. Parece escrita cualquier día de estos.


NOCHE TRISTE DE OCTUBRE, 1959

A Juan Marsé

Definitivamente
parece confirmarse que este invierno
que viene, será duro.

Adelantaron
las lluvias, y el Gobierno,
reunido en consejo de ministros,
no se sabe si estudia a estas horas
el subsidio de paro
o el derecho al despido,
o si sencillamente, aislado en un océano,
se limita a esperar que la tormenta pase
y llegue el día, el día en que, por fin,
las cosas dejen de venir mal dadas.

En la noche de octubre,
mientras leo entre líneas el periódico,
me he parado a escuchar el latido
del silencio en mi cuarto, las conversaciones
de los vecinos acostándose,
todos esos rumores
que recobran de pronto una vida
y un significado propio, misterioso.

Y he pensado en los miles de seres humanos,
hombres y mujeres que en este mismo instante,
con el primer escalofrío,
han vuelto a preguntarse por sus preocupaciones,
por su fatiga anticipada,
por su ansiedad para este invierno,

mientras que afuera llueve.
Por todo el litoral de Cataluña llueve
con verdadera crueldad, con humo y nubes bajas,
ennegreciendo muros,
goteando fábricas, filtrándose
en los talleres mal iluminados.
Y el agua arrastra hacia la mar semillas
incipientes, mezcladas en el barro,
árboles, zapatos cojos, utensilios
abandonados y revuelto todo
con las primeras Letras protestadas. "


Link: A una página con varios poemas del autor:


http://amediavoz.com/gildebiedma.htm

martes, 27 de julio de 2010

"Nocturnos", de Kazuo Ishiguro


Leí “Nocturnos” sin demasiadas referencias previas sobre Kazuo Ishiguro, para tener más libertad de juicio. Después de acabarlo salió publicado una entrevista en Babelia que me he dejado para leer más adelante, después de escribir estas impresiones. Pero al final no he podido evitar buscar en la Wikipedia algún dato complementario y me he llevado una sorpresa que después comento.


“Nocturno” es un libro de cinco relatos, con la música, o mejor, con la presencia de músicos, como hilo de continuidad, como motivo repetido. Son historias de pequeños fracasos que destilan un regusto amargo, triste, aunque sin estridencias. En la primera narración, "El cantante melódico", un guitarrista de oficio y un viejo cantante americano protagonizan en Venecia una pequeña aventura musical, que culmina en una serenata. En "Come Rain or Come Shine", se narra el encuentro, un tanto grotesco, de antiguos compañeros de universidad, con música de fondo. En "Malvern Hills", Ishiguro narra el encuentro de un músico mediocre refugiado en las colinas para intentar componer, con una pareja de músicos suizos de orquestina folklórica, en un paisaje inglés. En "Nocturno", un saxofonista que no acaba de encontrar su camino acepta someterse a una operación de estética para mejorar su aspecto, y coincide en el hotel en que se recupera con la ex-esposa del cantante melódico. Finalmente, de nuevo en Venecia, "Violonchelistas" cierra el ciclo, con el encuentro de un joven músico con todas las ilusiones por delante, con una mujer que le dará clases especiales para mejorar su técnica.


Estando bien escritas, no me han resultado tan atractivas como esperaba. La temática podía haber dado más de sí. Y esa sensación que ya tenía, de faltarles algo, de no ser totalmente redondas, se me ha acrecentado al descubrir que Ishiguro es el autor de "Lo que queda del día" (The remains of the day). Aunque no he leído la novela, sí que ví la película, protagonizada por Anthony Hopkins y Emma Thompson, y me pareció una historia magnífica. Por eso, creo que los relatos hubieran podido ser aún mejores, pues el tema de fondo es el mismo, una cierta visión del fracaso personal, a veces por el contexto social, pero también por la propia incapacidad para tomar las decisiones necesarias en cada momento. Se dejan leer con gusto, pero podrían ser mucho mejores. Un autor a seguir.


Links: El trailer de "Lo que queda del día" en inglés, y una de las mejores escenas de la película, con subtítulos en castellano:







domingo, 25 de julio de 2010

"El misterioso caso de Styles", de Agatha Christie



Yo también me apunto al 120 aniversario de la reina del crimen. (Gracias por la pista Jose Ignacio).

Mis buenos propósitos son leer poco a poco algunas de sus 80 novelas, guardando a ser posible el orden cronológico, usando para ello la magnífica colección de libros de novela negra de mi suegra.




Este "Misterioso caso de Styles" (The Mysterious Affair at Stylus, en su título original), escrito en 1920, es la primera novela de la autora, y también la primera aparición del inolvidable Hércules Poirot. Lo que más curioso me ha resultado es que Agatha Christie escribe como Agatha Christie desde el primer día. Deliciosamente británico.

Y el asesino es ..........





Para apuntarse al Agatha Christie Reading Challenge:

miércoles, 21 de julio de 2010

"Tu rostro mañana", de Javier Marías



¿Cómo puedo escribir en unos párrafos sobre una obra inmensa de más de 1,500 páginas, una de las mejores novelas que he leído en los últimos años, aunque en ella apenas pase nada, tan solo una trama que se podría haber contado en seis páginas, y sin embargo, te atrapa en sus palabras, en esas largas frases que se retuercen, avanzan, reflexionan y no te sueltan, te enganchan de forma irresistible, y te van llevando hacia delante, hacia el final de una novela apasionante?.


He encontrado tantas referencias en la red a “Tu rostro mañana”, a sus tres partes “Fiebre y lanza”, “Baile y sueño” y “Veneno, sombra y adiós”, que no añadiré apenas nada, siguiendo el primer consejo que nos da el protagonista , Jacobo o Jacques o Jaime Deza, desde las primera líneas de la novela, no debería uno contar nunca nada. Sólo copio algunos párrafos, no por especialmente importantes, porque toda la novela es una enorme reflexión sobre la naturaleza humana, la traición, la violencia, el amor, la lealtad, sino tan sólo para que se pueda adivinar, entrever, el tono de la narración, la voz, el estilo. Vale la pena leerla, hacer el esfuerzo. Y como decía otro gran autor, las grandes novelas son para el verano.




“No debería uno contar nunca nada, ni dar datos ni aportar historias ni hacer que la gente recuerde a seres que jamás han existido ni pisado la tierra o cruzado el mundo, o que sí pasaron pero estaban ya medio a salvo en el tuerto e inseguro olvido. Contar es casi siempre un regalo, incluso cuando lleva e inyecta veneno el cuento, también es un vínculo y otorgar confianza, y rara es la confianza que antes o después no se traiciona, raro el vínculo que no se enreda o anuda, y así acaba apretando y hay que tirar de navaja o filo para cortarlo.”



"La vulneración de la confianza también es eso: no sólo ser indiscreto y ocasionar daño o perdición con ello, no sólo recurrir a esa arma ilícita cuando los vientos cambian y se le pone la proa al que contó y dejó ver -ese que se arrepiente ahora y niega y confunde y enturbia ahora, y quisiera borrar y calla-, sino sacar ventaja del conocimiento obtenido por debilidad o descuido o generosidad del otro, sin respetar ni tener en cuenta la vía por la que llegó a saberse lo que se esgrime o tergiversa ahora -o basta con haberlo enunciado para que ya lo desfigure al recogerlo al aire-: si fueron las confesiones de una noche enamorada o de un desesperado día, de un atardecer de culpa o un despertar desolado, o de la embriagada locuacidad de un insomnio: una noche o un día en que quien hablaba hablaba como si no hubiera futuro más allá de esa noche o día y fuera su lengua suelta a morir con ellos, ignorando que siempre hay más por venir, siempre queda, un poco más, un minuto, la lanza, un segundo, la fiebre, y otro segundo, el sueño -la lanza, la fiebre, mi dolor y la palabra, el sueño-, y también el interminable tiempo que ni siquiera vacila ni aminora el paso tras nuestro acabamiento, y sigue añadiendo y hablando, murmurando e indagando y contando aunque ya no oigamos y hayamos callado."




"Callar, callar, es la gran aspiración que nadie cumple ni aun después de muerto, y yo el que menos, que he contado a menudo y además por escrito en informes, y aún más miro y escucho, aunque casi nunca pregunte ya nada a cambio. No, yo no debería contar ni oír nada, porque nunca estará en mi mano que no se repita y se afee en mi contra, para perderme, o aún peor, que no se repita y se afee en contra de quienes yo bien quiero, para condenarlos."





"Callar, callar la gran aspiración que nadie cumple ni aún después de muerto y sin embargo se nos aconseja y se nos insta a ello en los momentos más graves. “Calla, calla y no digas nada, ni siquiera para salvarte. Guarda la lengua, escóndela, trágala aunque te ahogue, como si te la hubiera comido el gato. Calla, y entonces, sálvate”.





"Uno suele saber cómo acaban las cosas, cómo evolucionan y qué nos aguarda, hacia dónde se encaminan y cuál ha de ser su término; todo está ahí a la vista, en realidad todo es visible desde muy pronto en las relaciones como en los relatos honrados, basta con atreverse a mirarlo, un solo instante encierra el germen de muchos años venideros y casi de nuestra historia entera- un solo instante cargado o grave- y si queremos la vemos y la recorremos ya, a grandes rasgos, no son tantas la variaciones posibles, los indicios rara vez engañan si sabemos discernir los significativos, si se está –pero es tan difícil y catastrófico- dispuesto a ello; uno ve un dia un gesto inconfundible, asiste a una reacción inequívoca, oye un tono de voz que dice mucho y más anuncia aunque también oiga una lengua morderse –demasiado tarde- siente en la nuca el carácter o la propensión de una mirada cuando está se sabe invisible y resguardada a salvo, tantas son involuntarias; nota la melosidad o la impaciencia, percibe las intenciones ocultas que no están ocultas jamás del todo, o las inconscientes antes de que se vuelvan conciencia en quien deberá abrigarlas, a veces prevé uno a alguien antes de que ese alguien prevea a sí mismo ni se conozca ni se intuya siquiera, y adivina la traición aún no fraguada y el desdén aún no sentido; y el empacho que uno causa, el cansancio que provoca o la aversión que ya inspira, o bien lo contrario que no es mejor siempre: la incondicionalidad que se nos tiene, la demasiada expectativa, la entrega, el afán de agradar del otro y de sernos vital para suplantarnos luego y ser así quien nosotros somos; y el ansia de posesión, la ilusión que uno crea, la determinación de alguien de estar o permanecer a su lado, o de conquistarlo, y la lealtad irracional, desvariada; nota cuando hay solo entusiasmo y cuando es solo lisonja y cuándo es mezcla (porque nada es puro), sabe quien no es trigo limpio y quién ambicioso y quién no tiene escrúpulos y quién pasará por encima de su cadáver después de aplastarlo y quién es un alma cándida, y sabe que será de estas últimas cuando se las encuentra, y es destino que les espera si no se enmiendan y vician y también si lo hacen: saben si serán victimas suyas."





“¿Cómo puede no verse en el tiempo largo que quien acabará y acaba perdiéndonos nos va a perder? ¿No intuirse ni adivinarse su trama, su maquinación y su danza en círculo, no oler su inquina o respirar su desdicha, no captar su despacioso acecho y su lentísima y languideciente espera, y la consiguiente impaciencia que quién sabe durante cuántos años habría tenido que contener? ¿Cómo puedo no conocer hoy tu rostro mañana, el que ya está o se fragua bajo la cara que enseñas o bajo la careta que llevas, y que me mostrarás tan sólo cuando no lo espere?”.





Links:

A la página web de Javier Marías: http://www.javiermarias.es/

sábado, 17 de julio de 2010

"La Orden del Finnegans", de Enrique Vila-Matas y otros



Complemento prescindible pero muy aconsejable de "Dublinesca", el libro es un pequeño conjunto de textos escritos por quienes se autoproclaman Caballeros de la Orden del Finnegans, es decir, Enrique Vila-Matas y amigos, que siguen divirtiéndose y divirtiéndonos en nombre de la mejor literatura actual. Si Javier Marías tiene su Reino de Redonda, porqué no crear una Orden de Caballería propia, en honor del Ulysses de Joyce.

En cuanto a la Orden, según su página oficial, sus normas son estrictas. Su único propósito es la veneración de la novela de Joyce. Los miembros de la orden se obligan a venerar la obra y acudir a Dublín en Bloomsday (16 de Junio), en una jornada que acaba en Torre Martello (donde se inicia la novela) , para leer unos fragmentos. Tras ese acto caminan hasta el pub Finnegans en la vecina población de Dalkey, donde dan fin a su acto anual. Los caballeros actuales, firmantes de textos en el libro, son Eduardo Lago, Antonio Soler, Enrique Vila-Matas, Jordi Soler, Malcolm Otero Barral y el último incorporado, José Antonio Garriga Vela. Cada año se puede añadir un miembro, siempre que 4/5 de los caballeros de la orden así lo acepten. Casi cualquier motivo puede ser motivo de expulsión. Y su lema es la última frase del capítulo sexto del Ulises, el de la visita al cementerio:

"Gracias. ¡Qué grandes estamos esta mañana! (Thank you. How grand we are this morning!)"



Sólo para fanáticos de Joyce y/0 de Vila-Matas & friends. Divertido.





Links:


A la página oficial de la Orden:




A un artículo apasionado sobre la genial fotografía de Marilin:






martes, 13 de julio de 2010

"Trilogía de Nueva York", de Paul Auster



Primera aproximación al mundo de Paul Auster. Me deja sensaciones contradictorias. Tiene una prosa hipnótica. Te engancha y te hace avanzar pese a que la historia que te está contando, a veces te expulsaría, te dejaría atrás. Escribe muy bien, francamente bien. Y sin embargo, las historias resultan poco creíbles, o mejor, a veces resultan excesivas. Necesita demasiado tiempo para generar ese deslizamiento entre la realidad y lo absurdo que, por ejemplo, un Cortázar resolvía en apenas unas líneas. Sin embargo, reitero que engancha, y la mejor prueba es que después de esta primera trilogía he leído algunos títulos más que iré comentando, y que me confirman esa idea de que estamos ante un gran escritor.

Pero volviendo atrás, y para situarnos, hay que recordar para quien no lo conozca, que Paul Auster es un escritor americano nacido en 1947. Ha tenido un enorme éxito en su país, pero casi diría que más aún en Europa, en particular en Francia y en España, donde fue Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 2006. Aquí goza del entusiasmo y complicidad de algunos autores significativos, y por ejemplo, es uno de las referencias constantes de nuestro Vila-Matas. Después de una biografía personal complicada, la Trilogía de Nueva York, publicada inicialmente en tres partes entre 1985 y 1986, constituye su primer gran éxito y supone su reconocimiento internacional.


La Trilogía está formada por tres relatos, “Ciudad de cristal” , “Fantasmas” y “La habitación cerrada”. La primera historia está construida a partir de una llamada telefónica equivocada, que además se basa en un hecho real que le sucedió al escritor. Alguien llama, buscando a un detective llamado Paul Auster, a un escritor de novelas detectivescas llamado Daniel Quinn. Y esa equivocación da lugar a una historia compleja, a mitad camino entre la serie negra y la novela del absurdo, con múltiples niveles de realidad que se entremezclan, en el que por ejemplo, vuelve a aparecer un Paul Auster escritor. El juego de niveles entre realidad y ficción es permanente y realmente da juego en todo el relato. Además, la historia es a su vez, una reflexión sobre el propio proceso narrativo, en el que se incorpora un homenaje explícito a Cervantes, pues no casualmente las iniciales del protagonista son las de Don Quijote.



La segunda historia, “Fantasmas”, cuenta la historia de un detective que tiene que investigar a otro detective, y que a su vez, acabará siendo el objetivo, en un relato cada vez más confuso y absurdo.


Finalmente, “La habitación cerrada”, para mí el mejor relato de los tres, el más maduro, narra el encuentro de un novelista con el entorno de un amigo de su juventud, también escritor, y el progresivo proceso de suplantación o identificación de personalidad que se desencadena a partir de ese momento.




Todas las historias presentan una apariencia atractiva de novela de suspense que se desliza lentamente a un ambiente casi kafkiano, surrealista, en el que Auster procede a dar progresivamente nuevas vueltas de tuerca a la narración.


Vuelvo a las impresiones iniciales. Auster escribe muy bien. No sé si es el ritmo o la construcción de las frases, pero atrapa. Y si se le añade el uso del suspense como elemento adicional para jugar con la realidad, acaba generando una mezcla atractiva. Pese a todo, al menos estas primeras novelas me parecen inmaduras, en particular “Fantasmas”, la que menos me ha gustado, la más aburrida o absurda de las tres. Pero en “Ciudad de cristal”, aunque aún de forma más artificiosa, y sobre todo en “La habitación cerrada”, de manera más natural, se apunta un gran escritor, capaz de descubrirnos una nueva mirada sobre nuestra realidad cotidiana.



Links: A la página web casi-oficial de Auster:


A un artículo de El País, sobre el primer encuentro entre Auster y Vila-Matas:


lunes, 12 de julio de 2010

We are the champions...........



Dejadme que reproduzca lo que escribía ayer Javier Marías en El País, antes del gol de Iniesta:


"HOY ES SOLO HOY"


La situación es tan insólita que ni siquiera sabemos bien cómo vivirla. Hace doce años, cuando el Real Madrid podía conquistar su séptima Copa de Europa, escribí aquí un artículo titulado “Hoy no sólo hoy”, en el que decía que también era cada uno de los lejanos días de infancia en que mi equipo favorito había disputado el mismo título, con Di Stéfano, Zárraga, Puskas, Gento o Velásquez. Hoy, en cambio, no puede ser más que hoy, porque España jamás había aspirado a una Copa del Mundo, ni siquiera a una semifinal. Carecemos de referencias y, en contra de lo que es frecuente en el fútbol, no podemos apoyarnos en ninguna situación pasada que ni remotamente se le asemeje. Nuestros rivales sí, pues su inolvidable selección de 1974, con Cruyff a la cabeza, perdió inmerecidamente la Final de aquel año ante el anfitrión, Alemania, y, ya sin Cruyff, en 1978, volvió a perderla ante otro anfitrión, Argentina, y ante la dictadura militar de aquel país, que tanto manipuló su Mundial. Por eso se viene insistiendo en que el fútbol tiene una deuda con Holanda, que hoy por fin se saldará.


Lo lamento, pero no creo que vaya a ser esta la ocasión, precisamente por una cuestión de justicia: no sería justo que aquellos extraordinarios Cruyff, Neeskens, Rep, Rensenbrink, sigan sin su título por toda la eternidad -así será en todo caso- y en cambio lo posean quienes no son sus herederos en el juego, aunque sí lo sean en la camiseta. Más herederos de su concepción del fútbol veo a sus rivales de hoy: Xavi, Iniesta, Villa, Ramos, Puyol, Piqué, Alonso, Casillas y demás. Si bien, desde mi memoria, éstos lo sean todavía más de otro equipo latino no lo suficientemente apreciado: la Italia de 1982, la de Paolo Rossi y Tardelli, que, si no dominaban el juego como la España actual, sí eran capaces de pasarse el balón cerca o dentro del área con las mismas precisión y fatalidad para el contrario. Ya lo ven: hay que buscar referencias ajenas porque no vislumbramos ninguna propia.


Quienes desdeñan el fútbol y lo ven como cosa de “hordas” no parecen haberse parado mucho a pensar en la alegría o tristeza desinteresadas que provoca en millones de personas a la vez. Que un equipo gane o pierda no nos va a cambiar a ninguno la vida: al que le vaya mal le seguirá yendo mal y el que sea feliz no verá mermada por una derrota su felicidad esencial. Nadie será más rico ni más pobre por eso, nadie saldrá del paro ni ingresará en él. Y sin embargo, en qué pocas ocasiones salta la gente de júbilo al mismo tiempo, o baja la cabeza con melancolía y dignidad. El efecto de la victoria o de la derrota no es duradero, digamos que se desvanece a las cuarenta y ocho horas. Más o menos como el efecto que nos produce la visión de una gran película, o la lectura de una deslumbrante novela, o escuchar una música sobrecogedora, o la contemplación de un cuadro turbador. Tampoco en el arte nos va ni nos viene, respecto a nuestra vida personal. Abrimos la cubierta de un libro, se apagan las luces de un teatro o de un cine, y sabemos que aquello no nos atañe de veras, que nos prestamos a una convención. La emoción que experimentamos es también desinteresada, y la exultación o la desolación que sentimos a su término son sólo simbólicas, vicarias y artificiales, pero a veces más punzantes que las de la vida real. No podemos desdeñarlas.


Hoy nos espera lo uno o lo otro, exultación o desolación. Tengo para mí que será lo primero. Precisamente por carecer de referencias pasadas, España llega a esta Final con la confianza de los inocentes, que además de “libres de culpa”, significa “que desconocen una cosa”. Desconocemos esa alegría máxima e incluso su posibilidad, luego no podremos echarla de menos ni comparar con “aquella otra vez”. También hay algo inocente en nuestros jugadores y en nuestro seleccionador: de hecho, Del Bosque resulta conmovedor en su honradez, en su modestia y en su educación. Él es el primero en saber que hoy es sólo hoy, que nunca ha habido un antes y que la alegría está intacta y nueva, todavía por estrenar.


JAVIER MARÍAS
El País, 11 de julio de 2010

viernes, 9 de julio de 2010

"El corazón de las tinieblas", de Joseph Conrad


No había leído el libro de Conrad. Tenía la referencia siempre de “Apocalipsis Now”, pero no conocía la novela en que se basa la magistral película de Coppola. Y ahora me resulta imperdonable haber tardado tanto tiempo en descubrirla. Impresionante. Genial.



“Heart of darkness” fue publicada por primera vez en 1899, en tres entregas, para celebrar el número 1000 de una revista inglesa, “The Blackwood’s Magazine”. Y se reeditó por primera vez en libro en 1902, en un volumen titulado “Youth” (Juventud), junto con dos novelas más de Conrad. Hoy, la primera edición del libro se cotiza a casi 3,000 €.


Pese al tiempo transcurrido, la novela es absolutamente moderna. Siempre digo que los libros son como los vinos, que algunos mejoran con los años y otros en cambio, envejecen muy mal. La historia de Marlow remontando el río Congo en busca del misterioso Kurtz, se convierte en un viaje iniciático hacia el corazón de la selva y hacia las tinieblas del corazón humano. Más allá del contexto colonialista en el que se inserta, la novela se convierte en un auténtico manifiesto contra el mito de la naturaleza idílica del ser humano.

Algunos pasajes son tan expresivos que uno se imagina navegando en medio de una selva primigenia, brutal y hermosa a la vez:

“Remontar aquel río era regresar a los más tempranos orígenes del mundo, cuando la vegetación se agolpaba sobre la tierra y los grandes árboles eran los reyes. Un arroyo seco, un gran silencio, un bosque impenetrable. El aire era cálido, espeso, pesado, perezoso. No había júbilo alguno en la brillantez de la luz del sol.”

O mejor aún en versión original:

“Going up that river was like traveling back to the earliest beginnings of the world, when vegetation rioted on the earth and the big trees were kings. An empty stream, a great silence, an impenetrable forest. The air was warm, thick, heavy, sluggish. There was no joy in the brilliance of sunshine.”

O más adelante:

“En cuanto a mí, el escarabajo se arrastraba exclusivamente hacia Kurtz. Pero cuando el casco comenzó a hacer agua nos arrastramos muy lentamente. Aquellas grandes extensiones se abrían ante nosotros y volvían a cerrarse, como si la selva hubiera puesto poco a poco un pie en el agua para cortarnos la retirada en el momento del regreso. Penetramos más y más espesamente en el corazón de las tinieblas.”

Después, la famosa imagen de la muerte de Kurtz, que irremediablemente me trae a la cabeza a un grandioso Marlon Brando:

Gritó en un susurro a alguna imagen, a alguna visión, gritó dos veces, un grito que no era más que un suspiro: '¡Ah, el horror! ¡El horror!'


Últimas palabras que en la novela aún cobran un sentido más amargo. Casi al final de la historia, Marlow visita a la prometida de Kurtz. Y aquí aparece la mentira de la civilización frente al horror de la historia real. Si preferís leer la novela no sigáis leyendo:

"- 'Oí sus últimas palabras...' Me detuve lleno de espanto.

- 'Repítalas', murmuró con un tono desconsolado. 'Quiero... algo...
algo... para poder vivir.'

Estaba a punto de gritarle: '¿No las oye usted?' La oscuridad las
repetía en un susurro que parecía aumentar amenazadoramente como el
primer silbido de un viento creciente. '¡Ah, el horror! ¡El horror!'

- 'Su última palabra... para vivir con ella', insistía. '¿No comprende
usted que yo lo amaba... lo amaba?'

Reuní todas mis fuerzas y hablé lentamente.

- La última palabra que pronunció fue el nombre de usted.' "



El horror y la necesidad de la civilización para seguir viviendo. Un libro de verdad imprescindible.

Para acabar , vuelvo a Apocalipsis Now, ese inicio brutal con la música hipnótica de Jim Morrison: "The end". Lo mejor que se puede decir de la película, sin duda, es que está a la altura de la novela.






martes, 6 de julio de 2010

"Asesinato de calidad", de John Le Carré


Segunda de las novelas del autor y segunda aparición de Smiley. Es una historia sin espías, más detectivesca, basada en la investigación del asesinato de la mujer de un profesor, y enmarcada en el ambiente de los colegios exclusivos y tradicionales ingleses. Con pequeñas dosis de ironía y humor británico. Constituye junto con la anterior, la introducción al ciclo de Smiley, y resulta también algo inmadura y tentativa, en busca aún de la voz narrativa propia, que ya aparece con fuerza en “El espía que surgió del frío”. Me gusta más la "Llamada para el muerto".

Aprovecho para dejar constancia que he leído estas dos novelas y la de Calvino en libro electrónico, y cada vez encuentro menos diferencia a leer en un medio o en otro. El único problema es que leer así no me quita la adicción a querer comprar, poseer, el libro físico.







Os dejo con el consabido enlace a la Wiki en inglés, con más detalles de la novela:

sábado, 3 de julio de 2010

"Llamada para el muerto", de John Le Carré


Hace un tiempo publiqué una nota sobre “El espía que surgió del frío”, la tercera novela de Le Carré y su primer gran éxito. Me apetece recuperar su obra, que en su día leí de forma salteada e incompleta. Esta “Llamada para el muerto” es la primera novela de David John Moore Cornwell, su verdadero nombre, nacido el 19 de Octubre de 1931, y que como es conocido, trabajó durante los años 50 y primeros 60 para los servicios de espionaje británicos, el MI5 y el MI6, trabajo que abandonó tras su éxito como escritor.

La novela es también la primera aparición de George Smiley, el gran protagonista de toda la primera etapa de su obra, al que por cierto, no podré nunca desligar de la imagen de Sir Alec Guinnes en las dos series que protagonizó para la BBC. La obra es una historia a mitad camino entre la novela de espías y la serie negra, y resulta deliciosamente inmadura.





El Capítulo primero se llama precisamente "Breve historia de George Smiley" y el inicio, que describe perfectamente al personaje, me parece que anuncia ya a un gran escritor:

"Cuando lady Ann Sercomb se casó con George Smiley, hacia el final de la guerra, lo describió a sus asombrados amigos de Mayfair como «tremendamente vulgar». Cuando, dos años después, lo abandonó por un cubano, campeón de carreras automovilísticas, declaró enigmáticamente que si no le hubiera dejado entonces nunca habría sabido cómo hacerlo."

Y pocas líneas más abajo, Le Carré, al describir como la partida de Lady Ann supuso que efectivamente, algo de Smiley murió, hace una declaración de principios sobre lo que después será la naturaleza más profunda de sus novelas, la ocasión de hacer incursiones en el misterio de la conducta humana:

"La parte de Smiley que sobrevivió era tan ajena a su aspecto físico como el amor, o como su afición a los poetas olvidados: era su profesión, a saber, agente de espionaje. Era una profesión con la que disfrutaba, y que, piadosamente, le proporcionaba colegas tan oscuros como él en cuanto a personalidad y orígenes. También le proporcionaba lo que, en otros tiempos, le había interesado más que nada en la vida: la ocasión de hacer incursiones teóricas en el misterio de la conducta humana, disciplinadas por la aplicación práctica de sus propias deducciones."

Una vez leída, tengo la sensación de haber visto la película basada en el mismo argumento, pero no estoy seguro del todo. La filmó Sidney Lummet en 1967 y se estrenó con el título de "The deadly affair", y cambiando hasta el nombre de los protagonistas, porque el uso del nombre de Smiley se había vendido junto con los derechos de la película sobre "El espía...". Os dejo un enlace al trailer, por si alguien la recuerda con más precisión.

http://www.tcm.com/mediaroom/index.jsp?cid=34644

Y también el enlace al artículo de la Wikipedia en inglés, que proporciona una buena síntesis de la novela:






jueves, 1 de julio de 2010

"El vizconde demediado", de Italo Calvino


Primer volumen de la trilogía “Nuestros antepasados”. No lo leí en su día y ha sido un pequeño placer descubrirlo ahora. El vizconde Medardo queda partido por la mitad por una bala de cañón. Pero no solo quedará demediado en lo físico, sino que en una de sus dos mitades se alojará el bien y en la otra el mal. Pero no todo será tan simple como parece, porque también un exceso de buenismo puede resultar contraproducente.

En el prólogo a la que fué la primera obra no realista del autor, Calvino escribe: "Cuando empecé a escribir El vizconde demediado quería ante todo escribir una historia entretenida para entretenerme yo mismo, y, si acaso, para entretener a los demás; tenía la imagen de un hombre partido en dos y pensé que ese tema del hombre partido en dos, del hombre demediado, era un tema significativo, con significación contemporánea: todos nos sentimos de alguna manera incompletos, todos realizamos una parte de nosotros mismos y no la otra [...] Para diferenciar las dos mitades, me pareció que con una mala y con otra buena conseguía el mayor contraste".

A ratos divertida, a ratos cruel, “El vizconde demediado”es una fábula moral y tal vez política, que vale la pena leer. Habrá que seguir con los otros dos títulos de la trilogía: “El barón rampante” y “El caballero inexistente”.