miércoles, 22 de septiembre de 2010
"París no se acaba nunca", de Enrique Vila-Matas
"Fuí a París a mediados de los años setenta y fui allí muy pobre y muy infeliz. Me gustaría poder decir que fui feliz como Hemingway, pero entonces volvería simplemente a ser el pobre joven, guapo e idiota, que se engañaba todos los días a sí mismo y creía que había tenido bastante suerte de poder vivir en aquella cochambrosa buhardilla que le había alquilado Marguerite Duras al precio simbólico de cien francos al mes..."
Vila-Matas adopta para su ¿novela? el título de la última parte de "París era una fiesta", las memorias de Hemingway en el París de los años 20. Y utiliza la figura del escritor americano como contrapunto para hablar con ironía de su paso por la capital francesa, en su búsqueda de un estilo literario propio. Como en otras ocasiones, a mitad camino entre el diario, las memorias y la invención, el autor compone un mosaico divertido de sus andanzas por París. Allí pretende y consigue escribir su primera novela, que habla de un libro que asesinaría a sus lectores. Con fragmentos absolutamente geniales, el libro mantiene un tono permanente de ironía y distancia sobre el propio proceso de aprendizaje, que lo hace francamente recomendable. Por ejemplo, la relación permanente con Marguerite Duras, a la vez casera y consejera literaria, o sus encuentros (o desencuentros) con otras figuras.
Pero esta vez lo que mas me ha interesado del libro es su relación con la propia ciudad, más allá de la reflexión (permanente como en toda su obra) sobre el proceso de creación literaria. Vila-Matas juega con la idea de París como crisol en el que uno debía instalarse para salir transfigurado en escritor. A partir de ahí, el autor desmitifica ese París bohemio, el ambiente intelectual, siempre soberbio y pedante, y por contra, no sé si voluntariamente o no, creo que sí, contribuye a seguir mitificando a la propia ciudad. El mismo título ya es significativo.
Sólo dos fragmentos (podría copiar muchos más):
"Me gusta sentarme en las terrazas de los cafés de París, y también me gusta mucho andar por esta ciudad, andar a veces durante toda una tarde, sin rumbo preciso, aunque tampoco exactamente al azar, ni a la ventura, pero tratando de dejarme llevar. A veces tomando el primer autobús que se detiene ante mí (como decía Perec, no se puede tomar el autobús al vuelo). O bien caminando deliberadamente por la rue de Seine para asomarme al arco que da al Quai de Conti y allí descubrir la silueta delgada de mi amiga La Maga detenida en el pretil del Pont des Arts."
"Una mañana de invierno, paseaba con Arrieta por el Jardin du Luxembourg cuando en una alameda secundaria divisamos un pájaro negro y solitario, casi inmóvil, leyendo el periódico. Era Samuel Beckett. Vestido de riguroso negro de la cabeza a los pies, estaba allí en una silla, muy quieto, parecía desesperado, daba miedo. Y hasta casi parecía mentira que fuera él, que fuera Beckett. Nunca había previsto que pudiera encontrármelo. Sabía que no era un clásico muerto, sino alguien que vivía en París, pero siempre le había imaginado como una oscura presencia que sobrevolaba la ciudad, nunca como alguien al que uno se encuentra leyendo desesperado un periódico en un viejo parque frío y solitario. De vez en cuando pasaba página, y lo hacía con una especie de enojo tan grande y una energía tan intensa que si el Jardín de Luxembourg entero hubiera temblado no nos habría extrañado nada. Al llegar a la última página, se quedó entre absorto y ausente. Daba más miedo que antes. 'Es el único que ha tenido el valor de mostrar que nuestra desesperación es tan grande que ni palabras tenemos para expresarla', dijo Arrieta"
Perec, Cortázar, Beckett,... Hemingway. Y mucho más. Realmente París no se acaba nunca.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
4 comentarios:
Me encantan estas ¿novelas? en las que el único motor real parece ser el amor por la Literatura, la reflexión sobre la misma. Y para ello, el estilo de Vila-Matas es impagable.
Leí este libro hace poco y me pareció uno de los más alegres de Vila-Matas.
Saludos.
Hola, acabo de descubrir el blog y me ha gustado, así que me he hecho seguidor. Me gusta bastante Vila-Matas, sus reflexiones y sus juegos literarios, pero este libro aún no lo he leído, espero poder hacerlo algún día. Felicitaciones por la reseña. Un saludo.
El párrafo que abre la entrada es genial, Golem, no pensé que se tratara de una obra desmitificadora.
Por cierto que no me gustó mucho que digamos Bartleby y compañía, pero me parece que voy a tener más suerte con esta obra.
Un saludo.
Publicar un comentario