domingo, 22 de enero de 2012

"El país de las últimas cosas", de Paul Auster


"El país de las últimas cosas", publicada originalmente en 1987, es la obra inmediatamente posterior a la "Trilogía de Nueva York" (1985-86).

"Anna Blume cuenta, en una carta a su novio, enviada desde una ciudad sin nombre, lo que sucede en "El país de las últimas cosas". Anna está allí para buscar a su hermano William, y describe una tierra en la que la búsqueda de la muerte ha reemplazado a los avatares de la vida: las clínicas de eutanasia y los clubes para el asesinato florecen, mientras que los atletas y los corredores no se detienen hasta caer muertos de cansancio. Pero Anna intentará sobrevivir a este país devastado."

 "El país de las últimas cosas" es una novela bastante surrealista, a mitad camino entre la ciencia-ficción y la literatura del absurdo. Transcurre en un mundo que podría ser post-apocalíptico si no fuera porque nada nos explica los motivos de lo que sucede. Para mí, es una novela de transición entre la trilogía inicial, mas cerrada y absurda, y la obra posterior de Auster, mucho más abierta y realista. Pero ya hay grandes avances y al autor se le van notando esas características de gran narrador que se reflejan en toda su obra. Al fin y al cabo, lo que da credibilidad al libro es sobre todo la gran capacidad narrativa de Auster, que como siempre, te va llevando por el texto de una forma tremendamente eficaz.

Copio dos párrafos que dan idea del tono de la novela. En particular el último me gusta mucho. Es aplicable por ejemplo a este mundo en crisis en el que vivimos, en el que lo que era está dejando de ser y aún no sabemos como adapatarnos.


"Éstas son las últimas cosas —escribía ella—. Desaparecen una a una y no vuelven nunca más. Puedo hablarte de las que yo he visto, de las que ya no existen; pero dudo que haya tiempo para ello. Ahora todo ocurre tan rápidamente que no puedo seguir el ritmo. No espero que me entiendas. Tú no has visto nada de esto y, aunque lo intentaras, jamás podrías imaginártelo. Éstas son las últimas cosas. Una casa está aquí un día y al siguiente desaparece. Una calle, por la que uno caminaba ayer, hoy ya no está aquí. Incluso el clima cambia de forma continua.

Cuando vives en la ciudad, aprendes a no dar nada por sentado. Cierras los ojos un momento, o te das la vuelta para mirar otra cosa y aquella que tenías delante desaparece de repente. Nada perdura, ya ves, ni siquiera los pensamientos en tu interior. Y no vale la pena perder el tiempo buscándolos; una vez que una cosa desaparece, ha llegado a su fin."


"Tal vez el mayor problema sea que la vida, tal como la conocíamos, ha dejado de existir pero, aun así, nadie es capaz de asimilar lo que ha sobrevenido en su lugar. A aquellos de nosotros que nacimos en otro lugar, o que tenemos la edad suficiente como para recordar un mundo distinto de éste, el mero hecho de sobrevivir de un día para el otro nos cuesta un enorme esfuerzo. No me refiero sólo a la miseria, sino a que ya no sabemos cómo reaccionar ante los hechos más habituales y, como no sabemos como actuar, tampoco nos sentimos capaces de pensar. En nuestras mentes reina la confusión; todo cambia a nuestro alrededor, cada día se produce un nuevo cataclismo y las viejas creencias se transforman en aire y vacío. He aquí el dilema, por un lado queremos sobrevivir, adaptarnos, aceptar las cosas tal cual están; pero, por otro lado, llegar a esto implica destruir todas aquellas cosas que alguna vez nos hicieron sentir humanos. ¿Entiendes lo que quiero decir? Para vivir, es necesario morir, por eso tanta gente se rinde, porque sabe que no importa cuán duramente pelee, siempre acabará perdiendo y, entonces, ya no tiene sentido la lucha."


2 comentarios:

Gonzalo Muro dijo...

Tengo pendiente este título de Auster pero, por el tono pesimista que describes, me recuerda a Leviatán.

Saludos.

Golem dijo...

Hola Gww:

No he leído Leviatán asi que no te puedo contestar. Si has visto mis otras reseñas sobre Auster, verás que prácticamente he leído sólo las primeras y las últimas novelas. Me propongo ir llenando poco a poco ese vacío,porque Auster me parece un excelente escritor.

Saludos