sábado, 25 de julio de 2009

"El violonchelista de Sarajevo", de Steven Galloway



El asedio de Sarajevo, una de las mayores atrocidades de la historia reciente, empezó el 5 de Abril de 1992 y duró hasta el 29 de Febrero de 1996. Todos los días caían sobre la ciudad un promedio de 329 dsparos de mortero, con picos diarios superiores a los 3,500. Más de 10,000 muertos, 56,000 heridos, el 25% de los edificios destruidos y el 64% con deterioros importantes. Y todo ello, a tres horas de avión desde España o a unos 500 Kms de Viena o de Venecia, en la vieja y civilizada Europa.

El 27 de Mayo de 1993, a las cuatro en punto de la tarde, varios morteros cayeron sobre un grupo de personas, cuya único delito era estar en la cola del pan. Veintidós murieron, y hubieron más de setenta heridos. Durante los siguientes veintidós días, un violonchelista titular de la Orquesta Filarmónica de Sarajevo, Vedran Smailovic, en memoria de las víctimas, interpretó el conocido Adagio de Albinoni. ¿Qué buscaba con esa interpretación, con ese homenaje a las víctimas de la guerra?.

Este es el punto de partida de "El violonchelista de Sarajevo". Escrita por el canadiense Steven Galloway, la novela se aproxima a la vida cotidiana en la ciudad ocupada, y es una reflexión muy válida sobre la guerra, el odio, el miedo, la maldad y la bondad humana, y muchas otras cosas más. Quizás no es una novela redonda, y le falta algo de profundidad, tal vez una mayor madurez al autor. Pero a la vez, es un libro muy digno y en algún momento emocionante y hermoso.


¿Cual era el motivo del violonchelista?. A lo mejor, simplemente intentar que la muerte no se convirtiera en algo asumido, sino que un asesinato como el cometido en la cola del pan, tuviera un tratamiento extraordinario. A lo mejor, intentar que la belleza de la música sirviera como antídoto de la crueldad de la guerra. No lo sé ni nunca lo sabremos del todo, porque ni él mismo ha acabado de explicar o explicarse porqué lo hizo. A lo mejor, simplemente, tenía que hacerlo.
En cualquier caso, la imagen de Vedran Smailovic en las calles de Sarajevo o entre las ruinas de la Biblioteca Nacional destruida, es sobre todo, la imagen de la dignidad y de la resistencia.

No he estado en Sarajevo. Pero he viajado bastante por ciudades parecidas de la Europa del Este. Y sigue resultandóme inconcebible como se puede pasar de golpe a una situación como la que allí se vivió. De ser ejemplo de convivencia étnica y religiosa, a estar en medio de todos los odios. Ojalá que nunca se repita algo así.




Links: Al Adagio de Albinoni, interpretado tan sólo por piano y chelo, sin arreglos orquestales, en una versión próxima a lo que sería la interpretación de Vedran Smailovic:




Al vídeo de "Miss Sarajevo", una canción de U2 con Luciano Pavarotti, y que nació también como homenaje a un acto de resistencia ciudadana:

4 comentarios:

Elena dijo...

Tengo este libro apuntado en mi lista de lecturas pendientes desde hace tiempo. El Adagio de Albinoni es una de mis piezas favoritas de música clásica, no me canso de escucharlo. Gracias por la doble recomendación.

Saludos

ivan@librosyliteratura.es dijo...

¡Hola!

Soy Iván, y tengo un blog sobre libros, llamado "Blog de libros y literatura", que se puede visitar en www.librosyliteratura.es, en el que un grupo de amigos comentamos nuestras lecturas. Nos gusta tu blog, y queremos intercambiar enlaces contigo.

Espero tu respuesta.

Un cordial saludo,

Gonzalo Muro dijo...

Preciosa entrada sobre un libro que, como dices, parece reflejar cómo el horror ante la guerra suscita diversas reacciones, desde el miedo y la cobradía, hasta la dignidad como en el caso de este violonchelista.

Todo un descubrimiento.

Golem dijo...

Hola Gww:

Gracias por tu comentario. Este verano estoy leyendo por fin el famoso "Vida y destino" de Grossman. Aunque a ratos cuesta, vale la pena de verdad. Ya lo comentaremos.

Bueno, viene a cuento, porque en un momento determinado del libro, Grossman habla de un teniente que entonaba arias en medio de la noche, entre los cascotes y las balas, poniendo en peligro su vida. Y entonces escribe: "Quizás allí, donde el hedor de los cadáveres flotaba en el aire día y noche, quería demostrar, no sólo a sí mismo y a sus camaradas sino también a los enemigos, que las fuerzas destructoras, por poderosas que fueran, nunca podrían borrar la belleza de la vida".

Cuando leí estas palabras, me vino a la cabeza inmediatamente el violonchelista de Sarajevo. A lo mejor este es el sentido más profundo de su actitud.

Un abrazo