domingo, 3 de abril de 2011

"El pentateuco de Isaac", de Angel Wagenstein


Ya dejé constancia en la reseña de "Lejos de Toledo" de mi descubrimiento de Angel Wagenstein, un autor búlgaro desconocido hasta ese momento para mí. La novela me sigue pareciendo una de las mejores que leí el año pasado. Ahora, recupero la obra anterior, este Pentateuco de Isaac, auténtica crónica del siglo XX y de su impacto sobre los judíos en Centroeuropa. Al fin y al cabo, la novela cuenta la historia de Isaac Jacob Blumenfeld, que nació én el Imperio Austrohúngaro. Pero mejor, para situaros, reproduzco la contraportada:

"Sobre la vida de Isaac Jacob Blumenfeld durante dos guerras, en tres campos de concentración y en cinco patrias», así reza el subtítulo de esta novela en la que Wagenstein relata el periplo de un sastre judío de Galitzia (antiguo territorio del Imperio Austrohúngaro, actualmente dividido entre Polonia y Ucrania) durante la primera mitad del siglo XX.

Debido a los avatares políticos acaecidos en la Europa de la época, Blumenfeld, que nace siendo súbdito del Imperio Austrohúngaro, termina siendo austriaco no sin antes haber sido ciudadano de Polonia, la URSS y el Tercer Reich.


Protegido de los caprichos de la historia por su humor, Isaac cuenta su paso por el ejército imperial y distintos campos de concentración con humor e ironía, diluyendo el evidente fondo trágico de su historia y convirtiéndola en un relato divertido y lúcido de las convulsiones que sacudieron Europa durante el siglo XX."




Efectivamente, si algo destaca en el libro es el magnífico sentido del humor de Wagenstein. En un terreno tan dífícil como el del libro, la ironía y el humor ayudan a mantener el sentido de la esperanza que inunda, también en esta ocasión, la obra del autor. Y aunque es mucho más que un compendio de chistes de judíos, constituye también una magnífica antología de su humor. Uno de mis favoritos es la historia de dos judíos de dos pueblos cercanos que se ponen a discutir sobre cuál de sus rabinos respectivos tiene relaciones más estrechas con Dios y, por lo tanto, es más capaz de hacer milagros.

“Por supuesto que es el nuestro”, dice el primero, “El pasado sabbat nuestro rabí se encaminó a la sinagoga, pero de repente empezó a llover a cántaros. No es que nuestro rabí no tuviera paraguas, pero ya que el sábado no se debe hacer nada: ¿cómo lo iba a abrir? Miró al cielo, Jehová lo entendió enseguida y se hizo el milagro: por un lado, lluvia, por el otro, lluvia, y en el medio, ¡un pasillo seco hasta el propio templo! A ver, ¿qué me dices sobre esto?”. “Pues escucha lo que voy a contar: el sabbat pasado nuestro rabí regresaba a casa después de rezar. En el camino se encontró un billete de cien dólares. ¿Cómo recogerlo, si es un pecado tocar dinero? Mira al cielo, Jehová se dio cuenta y se hizo el milagro: por un lado, sabbat, por otro lado, sabbat, y en el medio, no me lo vas a creer, ¡era jueves!”.


Este es el sentido del humor de Wagenstein. De un superviviente que como él mismo ha contado alguna vez, pasó 137 días esperando la ejecución, condenado a muerte por ser un hombre libre. Y que al igual que su personaje, Isaac Jacob Blumenfeld, nunca perdió la esperanza. Una novela absolutamente excepcional.

"Perdóname, Stefan Zweig, viejo astuto, que les enseñabas a los demás cómo vivir, ¡mientras tú mismo te escapaste! Si la vida nos ha sido dada, la hemos de vivir, no faltaría más." 







4 comentarios:

Vero dijo...

Creo que me voy a comprar un libro del autor... me llama mucho lo que leo de él siempre. Saludos.

La hierba roja dijo...

Es fantástico. Maravilloso. Es que me quedo sin palabras... Me falta por leer "Lejos de Toledo" de este autor, pero "Adiós Shanghai" también te lo recomiendo. Ahora, este es mucho mejor.

Saludos.

Elena Rius dijo...

Ja, ja! Muy bueno. No conocía a este autor, y estoy un tanto harta de historias del Holocausto, pero creo que una mirada ácida y llena de humor como esta sí la podré soportar.

Gonzalo Muro dijo...

Un libro fundamental porque narra unos hechos tremendos que no deberíamos olvidar pero lo hace de un modo que tan divertido y magistral que lograr crear entre tanta sinrazón un oasis luminoso. ¡Como el jueves entre los dos sabbats que citas!

Un abrazo.