Y si fuera posible ir enlazando la literatura con la vida, de forma que fueras saltando de las páginas de un libro a otro que hiciera referencia al primero, que uniera el Dublín de Joyce con la Barcelona de Vila-Matas. Que te llevara después atrás, a los dragones de Lubliana, y al Kafkapanorama de Praga. A París siempre (Je me souviens). Y en el futuro, al pasado de Sofía.
E incluso te descubrieras citando en tu diario, las palabras de un diario que cita a otro diario, el de Kafka, en sucesión infinita de cajas chinas o mejor muñecas rusas. Y al final descubrieras que a lo mejor tu próximo destino debería volver al principio, a Dublín. Y la literatura se fundiera definitivamente con tu vida.
He descubierto que podía leer este Dietario voluble de Enrique Vila-Matas, que empecé con cierto temor, como un libro de viajes compartidos. Y así, además de disfrutar de sus reflexiones sobre la (su) vida y sobre la literatura, me he sorprendido de las coincidencias en el espacio y casi en el tiempo (seguía sus pasos sin saberlo), de los últimos años.
Y si cuando empecé a escribir esta nota ya tenía sensación de coincidencias, el fin de semana pasado acabamos sin saberlo, devolviendo el coche alquilado donde él empieza su diario de 2006:
"Estoy en la plaza de Saint-Sulpice , sentado en el café desde donde Georges Perec espiaba horas y horas lo que allí podía verse (Tentativa de agotar un lugar parisino), no lo que ya había sido antes catalogado o inventariado de esa plaza, "sino lo que generalmente no se anota, lo que no se nota, lo que no tiene importancia: lo que pasa cuando no pasa nada, salvo tiempo, gente, autos y nubes." (Enero 2006)
E incluso te descubrieras citando en tu diario, las palabras de un diario que cita a otro diario, el de Kafka, en sucesión infinita de cajas chinas o mejor muñecas rusas. Y al final descubrieras que a lo mejor tu próximo destino debería volver al principio, a Dublín. Y la literatura se fundiera definitivamente con tu vida.
He descubierto que podía leer este Dietario voluble de Enrique Vila-Matas, que empecé con cierto temor, como un libro de viajes compartidos. Y así, además de disfrutar de sus reflexiones sobre la (su) vida y sobre la literatura, me he sorprendido de las coincidencias en el espacio y casi en el tiempo (seguía sus pasos sin saberlo), de los últimos años.
Y si cuando empecé a escribir esta nota ya tenía sensación de coincidencias, el fin de semana pasado acabamos sin saberlo, devolviendo el coche alquilado donde él empieza su diario de 2006:
"Estoy en la plaza de Saint-Sulpice , sentado en el café desde donde Georges Perec espiaba horas y horas lo que allí podía verse (Tentativa de agotar un lugar parisino), no lo que ya había sido antes catalogado o inventariado de esa plaza, "sino lo que generalmente no se anota, lo que no se nota, lo que no tiene importancia: lo que pasa cuando no pasa nada, salvo tiempo, gente, autos y nubes." (Enero 2006)
"La date : 18 octobre 1974
L'heure 12 h. 40
Le lieu Café de la Mairie.
Plusieurs dizaines, plusieurs centaines d'actions simultanées, de micro-événements dont chacun implique des postures, des actes moteurs, des dépenses d'energie spécifiques : discussions à deux, discussions à trois, discussions à plusieurs :
le mouvement des lèvres, les geste, les mimiques expressives"
(Georges Perec)
(Javier en Place Saint Sulpice, Enero 2009)
Yo también estuve en Praga en noviembre, en ¿otro? año.
Y Vila-Matas escribe : "Como he llegado a Praga en un martes 14 de noviembre, siento curiosidad por ver qué hacía Kafka en esta misma fecha de otro año, y busco en sus Diarios. Veo que en 1911 el día 14 de Noviembre también cayó en martes, y Kafka se despertó en Praga en la fría mañana de otoño, con luz amarillenta: "Traspasar la ventana casi cerrada, y todavía delante de los cristales, antes de la caída, flotar, con los brazos extendidos, el vientre abombado y las piernas dobladas hacia atrás, como los mascarones de proa de los barcos de tiempo antiguos." "
Y también: "¿Qué pensaría Kafka si viera esto? Tan imaginativo como era, no pudo ni llegar a sospechar que se convertiría en una enseña turística de Praga formando parte de un horrendo, grotesco, gigantesco marketing." (Noviembre 2006)
Y estuve en Sofía y me siento bien cada vez que voy, en mi hotel búlgaro:
"No se ven teléfonos móviles por las calles de esta ramplona ciudad de Sofía, tan callada. Es como si hubieran borrado de un solo trazo todos los monólogos desquiciados de tanta gente que camina por nuestras calles ensimismada con su móvil.
Bulgaria, país silencioso. Se nota todavía la estela de represión que dejaron los totalitarismos. Por lo demás, no tengo mucho más que contar sobre Bulgaria, quizás porque aquí en Sofía no he escuchado nada, nadie me ha dicho nada. Cualquiera diría que vine aquí para actuar de forma inversa a un espía. Mañana regreso a casa sin tener mucho que contar, y eso en el fondo da cierta tranquilidad. Sé que sólo podré decir que me sentí bien en mi hotel búlgaro." (Febrero 2006)
Y en Eslovenia:
"Imaginaba una Liubliana cubierta por un mar de niebla que dejaba extasiado al viajero. La capital de Eslovenia siempre me remitió a esa idea de bruma, misterio y lejanía. La visité la semana pasada esperando encontrarme con un lugar parecido a Brigadoon, aquella aldea de película en la que sus habitantes vivían y vestían como en el siglo XVIII, pues sobre el lugar pesaba un hechizo que hacía que sólo apareciera la aldea en medio de la niebla un día de cada cien años ....Y, efectivamente, en Liubliana me encontré con una pequeña ciudad hechizada. Pero sin bruma ni excesivo misterio centroeuropeo., ni mucho espacio para un viajero romántico. (..........) Civilizada, culta, elegante y silenciosa . Ha estado olvidada durante mucho tiempo, pero últimamente se recupera de las trazas sórdidas de la represion. Hay tres puentes, un río, un dragón, tres fuentes, un castillo, una leyenda que dice que la ciudad la fundó Jasón. En los agradables cafés del Tromostovje se escucha el paso lento del rio Liublanica y, si se aguza bien el oído, también el paso mismo del tiempo." (Abril 2007)
Pero a lo mejor la niebla sí estaba presente, y confundió también a quién empezaba el año en este cuaderno:
"Era de noche y había neblina. Y James Joyce iba en ferrocarril hacia Triestre. Creyendo que había llegado a su destino, descendió por error en Liubliana."
Vale la pena leer a Vila-Matas. Sin reservas.
Links:
A la página del autor: http://www.enriquevilamatas.com/
Al texto de G. Perec: http://www.desordre.net/textes/bibliotheque/auteurs/perec/saint-sulpice.html